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Carlos Revilla Maroto
Socialdemocracia: Ya esto se lo había mencionado personalmente a don Rodrigo aprovechando una entrevista para Cambio Político, la ausencia total de la palabra socialdemocracia en su discurso (en general, no solo este artículo).
Yo me siento orgulloso de que Liberación Nacional sea socialdemócrata y lo andaría pregonando a los cuatro vientos. Parece que esto de no mencionar la SD es cuestión de mercadeo… lo malo es que hay que reconocer que esto no es de ahora o exclusivo de don Rodrigo. En la campaña pasada también fue muy notorio.
Liberalismo: Don Rodrigo dice «Ni el populismo de la izquierda, ni el extremismo liberal ni la tentación estatista forman parte de nuestro patrimonio intelectual y político. Liberación Nacional es un partido moderado y progresista, una guía para la acción, no un recetario de dogmas.»
¿Qué es esto de solo incluir el extremismo liberal? ¿Significa que el liberalismo sí puede llegar ser parte de su ideario? Hhmm… cuidado.
¿Y qué es eso de moderado progresista? Esto es realmente una contradicción. Ningún partido que se dice progresista puede ser moderado, si lo es deja de serlo. Pero, ¿no es que somos un partido reformista? (esto en el buen sentido socialdemócrata). Por lo menos su hermano Oscar Arias decía que el PLN es un partido reformista moderado (campaña 2006), según esto ya se abandonó el reformismo, de nuevo… cuidado.
Ética: Todos sabemos que el PLN está haciendo aguas en este aspecto. Después de varios años de estar inactivo, un nuevo Tribunal de Ética comenzó labores, y parece que con mucho trabajo por delante. Esto es una buena señal tanto interna como externamente.
Pero hay un problema en lo que dice don Rodrigo, sobre la ética partidaria. Efectivamente en los partidos políticos hay de todo, gente honesta (la mayoría) y gente deshonesta (los menos, por dicha). Dicho esto, está el adagio que dice «la mujer del César no solo debe ser honrada, si no aparentarlo», y entonces el PLN debe dar las mas claras señales de que no tolerará la corrupción.
Por eso no basta solo con el Tribunal de Ética, se necesita la aprobación del Código de Ética, que es una necesidad sentida, y que ya fue discutido y aprobado en el V Congreso Nacional Daniel Oduber Quirós y que en estos momentos duerme el sueño de los justos en alguna gaveta de un escritorio en el Balcón Verde.
Menciono esto, porque en estos momentos don Rodrigo Arias es quien controla las estructuras del partido, incluida la Asamblea Plenaria, que es la encargada de aprobar en forma definitiva el Código de Ética y darle fuerza de ley (es decir de cumplimiento obligatorio para todos los liberacionistas).
Entonces hay que predicar con el ejemplo. Si a don Rodrigo realmente le importa la ética, pues que use el poder que dice que tiene para que se apruebe el Código de Ética. Sin esas acciones concretas, lo demás sinceramente son palabras que se lleva el viento.
Como decía al inicio, don Rodrigo utiliza las palabras correctas, pero también muchos lugares comunes. Es muy fácil hablar de desigualdad, erradicación de la pobreza, ética y etc., etc. La realidad es que ya estamos en el segundo gobierno consecutivo del PLN y la desigualdad sigue creciendo, junto a un aumento ligero de la pobreza (que podría llegar a ser mayor) y lo que es imperdonable es la misería extrema, que según expertos el país tiene la capacidad de erradicarla, no se ha podido lograr aún. También han aumentado lo casos de corrupción de liberacionistas.
Así que mucho del futuro del PLN está en manos de don Rodrigo Arias. De él depende que ese futuro siga siendo lo brillante que dice que es en su artículo y favoreciendo a las grandes mayorías, con un verdadero cambio del paradigma y especialmente manteniendo los valores socialdemócratas que son su inspiración y todo esto con un estricto resguardo de la ética partidaria.
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Don Rodrigo Arias escribiendo el código de ética es como el diablo repartiendo escapularios. El hecho importante es que ha empeorado la distribución de la riqueza, al mismo tiempo que ha mejorado mucho la condición de la jerarquía. La clave de todo es que no se puede ser un social demócrata «moderno»: ese no es un social demócrata.