Don Pepe se les escapó: disfrazado de mujer

René Castro S.

René Castro

A partir de la elección de 1944, las acusaciones de corrupción y el fraude electoral crecieron. Ya en ese entonces, se acusaba al presidente Rafael Angel Calderón de favorecer a su protegido don Teodoro Picado frente a don León Cortés, y se decía que en la calle eran los comunistas quienes defendían la alianza caldero-comunista. La situación en Costa Rica se tornaba cada vez más difícil y violenta.

En 1946 muere don León y emergen una serie de nuevos líderes en las tiendas de lo que se había dado en llamar la oposición. Don Otilio Ulate se convierte en candidato, gracias a que escribía en periódicos como El Diario de Costa Rica, La Hora y a su verbo. Mi padre René Castro Hernández, a la sazón con 16 años como miles de estudiantes de secundaria se sumaron a la huelga de brazos caídos convocada por el verbo encendido de Ulate en 1947.

Eran meses de violencia y conspiración. Amigos y parientes, nos contaron la anécdota de como Pepe Figueres se le escapó a la policía, disfrazándose de mujer y saltando de tapia en tapia en el Barrio México de antaño, unas semanas antes de que explotara la revolución.

Mis abuelos paternos (José Castro Valverde y Marina Hernández Maire) vivían a unas cuadras del mercado Borbón y tenían como vecinos a los Figuls. En la casa de Emilia Figuls se reunían a conspirar Figueres, Oduber con otros contertulios como Gonzalo Facio, Fernando Figuls y por supuesto don Chente Argüello. La policía calderonista los tenía vigilados y a varios de ellos les seguía los pasos.

Un día de tantos, la policía rodeó la casa de mis abuelos y sus vecinos. Don Pepe, Daniel y Chalo Facio estaban dentro. La policía comenzó a hacer registros y a presionar. Don Pepe saltó la tapia a las casas vecinas, pero todas estaban vigiladas, no parecía haber salida.

Mi abuelo José estaba en un predicado: Figueres entró a su casa, pistola en mano, dispuesto a no ser detenido sin volar bala, la policía afuera. Su hijo menor, era simpatizante calderonista y aunque estaba en cama con pulmonía, al oír a su padre discutir con Figueres, quiso levantarse de su lecho de enfermo e ir a denunciarlo, lo que no le permitieron sus hermanos mayores. Meses después a mi tío le expulsarían del Colegio Seminario por andar armado, la violencia política invadía el país.

Daniel Oduber y Chalo Facio se entregaron y entretuvieron a la policía. Al rato llegó doña María Figuls a la casa de mis abuelos. Mi abuela Marina, María Figuls de Argüello y otras damas, decidieron salir a la calle y dar una caminata en las propias narices de la policía. Una de las damas era don Pepe Figueres disfrazado de mujer, quien así evadió el cerco.

Al poco tiempo, en otra operación semejante para capturar a Figueres, se produciría un crimen. Esta vez la policía no permitió tretas: ametralló la casa del doctor Valverde Vega, quien cayó herido de muerte el primero de marzo de 1948. La suerte estaba echada.

Don Pepe había llegado a la conclusión que el gobierno de Calderón y su protegido Picado, no aceptarían elecciones libres y no entregarían el poder por las buenas. Pepe y sus hombres comenzaron a prepararse para levantarse en armas, en palabras de Henrietta Bogs, su esposa de entonces, comenzaron a conspirar desde 1942. Alguna vez oí a Daniel Oduber hacer comentarios casi como inocentes de “cuando teníamos que poner bombas”. Daniel fue detenido varías veces en esos años, y a otros como don Jorge Manuel Dengo les detuvieron durante los días del levantamiento, la acusación típica era conspiración o sabotaje. Por lo que he oído, probablemente muchas acusaciones eran ciertas.

René Castro

Rene Castro Hernandez regresó sano y salvo de la revolución. Le recibe su madre Marina Hernández Marie (mi abuela), quien con María Figuls complotaron para sacar a don Pepe Figueres del cerco tendido por la policía en 1948. Ellas vivían en las vecindades de Barrio Mexico, en San José.

Relato No. 2: Así se plantaban las semillas de la revolución del 48… Continuará.

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