Don Pepe, Michael Manley y Bob Marley

Política entre bastidores

Manuel Carballo Quintana

Manuel Carballo

En 1972 Jamaica empezaba a vivir años difíciles. Michael Manley asume el poder en un escenario de fuerte aumento de la desigualdad. El nuevo primer ministro definió su modelo como socialista democrático, en el marco de respeto a la Constitución vigente. En el plano interno, implementó políticas para reforzar el control de la economía por parte del Estado, como el aumento de impuestos sobre las exportaciones de bauxita. Además, presionó a las empresas extranjeras para conseguir una participación en las decisiones de producción y la readquisición de tierras en su poder, estableció el salario mínimo, apoyó la participación de los obreros en las industrias, la nacionalización de los servicios públicos y el reconocimiento de los sindicatos, entre otras medidas. Integró la Naviera Multinacional del Caribe junto con Costa Rica y se alió a líderes socialdemócratas del mundo.

Efectivamente, esas políticas mejoraron las condiciones de vida de los más pobres y le valieron un gran apoyo popular.

En esa coyuntura, el presidente de Costa Rica, don José Figueres Ferrer, a finales de 1972, realiza una visita oficial a Jamaica con varios ministros de su gabinete y dos diputados de la fracción gobiernista, Reinaldo Maxwell y este servidor, con las respectivas esposas. Propósito, manifestar solidaridad con Jamaica y su primer ministro, además de firmar varios acuerdos de cooperación entre ambos países.

La visita no estuvo exenta de hechos divertidos. Por ejemplo, en una ceremonia religiosa en la iglesia cristiana protestante The Church of God en el centro de la capital Kingston, con el calor ardiente de 35 grados centígrados, en determinado momento los de un pequeño grupo de la delegación costarricense salimos del templo a tomar un poco de aire fresco. A la entrada de la iglesia nos encontramos la grata sorpresa de un vendedor de granizados. Don Alberto Cañas, don Gonzalo Solórzano y los dos diputados de la comitiva nos dimos a la tarea de saciar nuestra sed con granizados. La ceremonia religiosa concluyó estando nosotros todavía en el atrio de la iglesia y don Pepe nos sorprendió comiendo granizados. Esperábamos algún tipo de reprimenda de don Pepe, sin embargo su reacción fue: Por qué no me esperaron, yo hubiera pedido uno.

En esa visita de Estado, don Pepe se dio gusto con sus discursos y mensajes en inglés. Y nos dimos gusto, todos, con el esplendor y la belleza de las jamaiquinas.

En la recepción de bienvenida en el palacio municipal de Kingston, una invitada fue la señorita Jamaica, participante en el concurso de Miss Universo, una encantadora beldad. En determinado momento, doña Karen se acercó a mi esposa y le manifestó: Mira a don Pepe, es un aprovechado, tres veces que se encuentran aquí y las tres veces le da un beso en la mejilla, aunque antes fueron presentados.

Me correspondió viajar a Jamaica en otras oportunidades como personero del Centro de Estudios Democráticos de América Latina (CEDAL), apoyando al partido de Manley, el PNP (People’s National Party – Partido Nacional del Pueblo). Para 1979 la situación del país era diferente. En 1976 Manley triunfó en las elecciones a disgusto de los Estados Unidos. Vinieron represalias: Jamaica no tenía acceso al crédito de los organismos internacionales, particularmente del Fondo Monetario Internacional (FMI); las multinacionales redujeron la producción y exportación de bauxita como respuesta a la nacionalización de una parte de sus propiedades, causando grave crisis socioeconómica. Recuerdo que los jamaiquinos, adictos al corn flakes en su desayuno, sufrían por el desabastecimiento de ese producto.

En 1979 hice una gira de trabajo de CEDAL a Kingston. Me invitaron a una reunión de plaza pública del PNP en un pequeño estadio de fútbol de la ciudad. El escenario era espectacular, con una cancha de fútbol repleta a más no poder. Y el evento político fue combinado con un concierto nada menos que de Bob Marley. Primero el concierto, luego los discursos. El reggae se apoderó de la concentración al ritmo de la música y las interpretaciones de Marley favoritas del público, como No Woman No Cry, Get Up Stand Up, Redemption Song, verdaderos himnos de lucha, soberanía y liberación.

En ese tiempo, el tema de toda discusión era las imposiciones que pretendía el FMI. Y se popularizó una canción compuesta por Bob Marley titulada Oh No Mister IMF (Ah no, señor Fondo Monetario). En todos los sitios públicos la gente entonaba esa melodía.

Lo novedoso e increíble de esta plaza pública es que la mitad de los asistentes —por decir algo—, sin restricciones fumaba marihuana y bailaba cadenciosamente al ritmo del reggae, incluyendo a los policías que rodeaban la cancha de fútbol. El ambiente estaba enrarecido por el “aroma” de esa droga recreativa. ¡Tamaña sorpresa para un ingenuo costarricense que no estaba habituado a esa costumbre!

Concluida la concentración política, en mi inconsciente quedaron grabados los cánticos de Bob Marley y mi afinidad con sus creaciones de reggae. Y es que por lo general cuando una persona llega a conocer personalmente a una figura pública, queda firme su simpatía hacia el intérprete.

Para terminar esta historia, sin otras posibilidades o alternativas, Manley inició negociaciones con el FMI, que trataba de imponer rectificaciones muy desfavorables para el país y que reducían mucho el nivel de vida de la población. Por ello, el Primer Ministro Manley abandonó las negociaciones. Aunque luego perdió elecciones, su partido, el PNP se consolidó y volvió a formar gobierno en otras elecciones generales.

Estos apuntes no tienen ninguna pretensión literaria; son la narración de simples hechos reales poco conocidos que al cabo del tiempo se convierten en históricos.

Revise también

Bukeke

La NO visita de Bukele

Mario Rodríguez El diario La Nación, recientemente publicó que, se sondeó ante la Corte Suprema …

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa cookies. Leer las políticas de privacidad.