Don Lolo y la almohada

Cuaderno de Vida

Gustavo Elizondo Fallas

Gustavo Elizondo

A pesar de su avaricia, don Lolo era un hombre bueno, respetuoso de los niños a quienes siempre les dedicaba un buen gesto y más cuando nos convertíamos en su público cercano, en noches de verano, cuando en el corredor oscuro se sentaba a interpretar tangos de su amado zorzal criollo y nos contaba entusiasmado _con mi voz agardelada, más de una vez quebré los vidrios del negocio de don Victor_ un famoso comerciante del Santa María de los años 40.

Gracias a la venta de una finca, don Lolo se había hecho de un capitalito, cuyos billetes y monedas guardaba en una caja de madera que literalmente la colocaba debajo de la almohada mientras que, en el día, trataba de tenerla siempre a su vista para evitar cualquier pérdida. En esos días corrió el rumor que unos familiares de uno de los comerciantes del pueblo habían ingresado de noche al negocio y lo habían despojado de una suma importante de dinero, Esta noticia puso a don Lolo en total angustia, se desvelaba por las noches y salía con una canfinera en la madrugada, buscando sombras que en su imaginación se convertían en ladrones. A pedido de sus hijas, mi papá conversó con él para convencerlo que depositara el dinero en el Banco, donde además de seguro, podría obtener algunos intereses; luego de insistir aceptó la sugerencia y al otro día, a buena mañana, acompañado de mi tata, no sin antes volver a manifestar dudas, don Lolo se presentó a la Agencia recién abierta del Banco Nacional para depositar su dinero. No le perdió la vista a su dinero, que ya había contado 5 veces en la casa y mientras el cajero iba contando, el repetía los números con “su voz agardelada”. Lo importante es que a partir de ese día don Lolo durmió tranquilo con alguna pregunta a mi papá en ocasiones _don Carlos, entonces puedo estar tranquilo que esa plata está segura_ por supuesto don Lolo, por supuesto le tranquilizaba papá.

¿Por qué la historia de este recordado vecino?, porque si hubiese estado en estos tiempos y tuviera su dinero en un fondo de pensiones donde los trabajadores de este país depositamos nuestro Régimen Obligatorio de Pensiones Complementarias (ROPC) y Fondo de Capitalización Laboral (FCL), además de fondos complementarios de pensiones, le hubiese reclamado a mi papá, que mejor los tuviera debajo de la almohada, como creemos ahora los beneficiarios que sería la mejor opción. Hemos recibido muchas explicaciones de las operadoras de pensiones del comportamiento del mercado de valores, pero de acuerdo con la lógica de don Lolo y la que yo ahora aplico, lo mínimo que debiera existir de rendimiento es 0, sinónimo de dinero debajo de la almohada de don Lolo y no un número negativo. Me disculpan, pero mi lógica no puede imaginar que existan rendimientos negativos, prefiero la almohada de don Lolo y que por más explicaciones que nos de doña Rocío Aguilar, apoyo la devolución del ROPC, aunque sea parcialmente, porque las operadoras de pensiones han demostrado su ineficiencia.

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