Control político cierre 2023
Asamblea Legislativa
13-12-2023
Señoras y señores diputados:
Me dirijo a ustedes con profunda preocupación ante la situación de nuestro país. Hace algunos meses, comenté sobre la formación de una «tormenta perfecta» que amenaza a Costa Rica, una tormenta alimentada por condiciones externas e internas que podrían sumir a nuestra nación en una condición muy negativa.
En lo externo enfrentamos la incertidumbre generada por la guerra en Europa y la guerra en Oriente Medio entre Israel y Hamas.
Estos hechos perturban la economía mundial y aceleran fenómenos que ya estaban en desarrollo como el descenso del crecimiento económico, las dificultades en controlar la inflación, la desigualdad social, las migraciones descontroladas y la crisis climática.
En el ámbito nacional los indicadores macroeconómicos, aun siendo positivos en varios aspectos, no se han traducido en la generación de empleo, tampoco se han traducido en descensos relevantes de la pobreza, ni se ha traducido en una disminución de la pobreza extrema y la desigualdad social, a lo que debe agregarse el “apagón educativo” originado en la pandemia y la creciente ola de inseguridad.
El reciente «Informe del Estado de la Nación» nos presenta un panorama desafiante. Nos dice que: “La vida política nacional está inmersa en la inmediatez y la coyuntura, quitó las luces largas y perdió el rumbo”. El cortoplacismo atraviesa la conducta diaria de los actores políticos y sociales descuidándose la visión estratégica del país y la capacidad para tomar decisiones y ejecutarlas. Todo esto debilita los logros históricos de nuestra Estado Social de Derecho y nos aleja de lo principal: superar la postración social y económica resolviendo las causas de los problemas nacionales.
No podemos fallarle a Costa Rica, abandonemos el miedo a coincidir y dispongámonos a luchar y a discrepar con los instrumentos que la historia nacional ha validado, y ha demostrado que son eficaces: el principio de legalidad, la preeminencia del orden constitucional, la fortaleza del diálogo constante, las propuestas programáticas y la voluntad para tomar decisiones y ejecutarlas.
Señoras y señores diputados:
Debe ser nuestra prioridad atender esos grandes problemas estructurales que actúan como un ancla que frena el desarrollo nacional y el bienestar de la ciudadanía.
El primero de ellos es el del estado de la educación costarricense. Los resultados de las pruebas PISA de la OCDE, recientemente publicados, reflejan un retroceso de 17 puntos en la educación costarricense en comparación con los resultados de 2018, ubicándonos en una posición vergonzosa a nivel internacional, situándonos en el lugar 57 de 81 países que realizan las pruebas.
La educación es la base de cualquier sociedad próspera, y no atender este problema tiene consecuencias directas sobre el acceso al empleo, en la reducción de los niveles de pobreza y pobreza extrema, y en la capacidad de alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
Justamente, la erradicación de la pobreza es un segundo gran reto nacional. El porcentaje actual de 21.8 por ciento de hogares pobres supera el promedio histórico de nuestro país. La pobreza extrema, por su parte, sigue siendo un desafío, estancada alrededor del 6.3 por ciento de los hogares costarricenses.
La atención a los sectores más vulnerables debe ser una prioridad, ya que no podemos permitir que miles de familias continúen atrapadas en un ciclo de pobreza sin oportunidades de prosperidad. Debemos volver a ser un pueblo solidario.
La mejor forma de romper el círculo vicioso de la pobreza está en la educación y en tener las condiciones para que las personas puedan conseguir un empleo digno.
Por ello, un tercer gran reto nacional está en promover las condiciones para el acceso al empleo. Este es, sin duda alguna, uno de los pilares fundamentales del bienestar social.
Si bien las tasas de desempleo han disminuido, esta disminución se debe, en parte, a la retirada de un porcentaje significativo de la fuerza laboral del mercado.
Mientras tanto, sectores clave de la economía luchan por recuperarse de los impactos de la pandemia, lo que contribuye a la persistencia de la desigualdad económica y a la poca generación de fuentes de trabajo.
Más aún, el Estado de la Nación advierte que las personas con menor nivel educativo son las que más sufren en la búsqueda de un empleo digno. Esta es una situación que se arrastra desde antes de la pandemia.
Si bien hay datos positivos en el crecimiento económico, incluso superando las previsiones, debemos procurar que la actividad económica aumente de forma sostenible a través del tiempo.
Asimismo, debemos superar la informalidad y lograr mejores encadenamientos productivos entre el régimen de Zonas Francas y el régimen definitivo de la economía, de tal forma que este último continúe fortaleciéndose con cadenas de alto valor agregado y pueda ser fuente de empleo.
Por otro lado, y tal como lo hemos tratado en los últimos meses, la seguridad ciudadana es también un reto que debemos abordar.
Si aspiramos a una sociedad que viva en paz, debemos avocarnos como parlamento a otorgarle al Poder Judicial la legislación que requieren para hacer efectiva la justicia contra la criminalidad organizada, tal como hemos procurado hacerlo en estos últimos meses.
Por su parte debemos darle al Poder Ejecutivo las herramientas necesarias para que puedan prevenir el delito, desarticular las bandas criminales y devolverles la tranquilidad a las familias costarricenses.
Buena educación, empleos de calidad, generación de oportunidades, un entorno seguro, ascenso social, son las herramientas que necesitamos para recomponer nuestro contrato social; esa promesa fundacional de la que nos habla el Estado de la Nación.
El tiempo se agota. Si no somos capaces de comprometernos en la práctica con los intereses superiores de Costa Rica y con el bienestar social de la población, el país corre el riesgo de precipitarse en una pesadilla de la que después será muy difícil despertar.
La situación que enfrentamos requiere que dejemos atrás la confrontación política estéril. Superemos las discusiones que no conducen a nada y que nada positivo le aportan al país.
Asumamos el propósito de llegar a acuerdos y podremos superar los desafíos que tenemos por delante.
En el 2024 conmemoramos los 75 años de nuestra Constitución Política.
Este hito representa una oportunidad única para reflexionar sobre el país que queremos ser y los medios necesarios para alcanzarlo.
Ante las dificultades y desafíos que enfrentamos, todas las fuerzas políticas y sociales debemos iniciar un proceso de diálogo conducente a la creación de una Hoja de Ruta Estratégica para el Desarrollo Nacional. Les invito a que ese sea nuestro cometido en el año que está por empezar.
Que el 2024 sea un año en que alcemos la mirada, discutamos nuestra verdadera agenda nacional y que busquemos siempre el bienestar social de nuestro pueblo en democracia y libertad.
Muchas gracias.