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Berlín, 29 ago (dpa) – El partido Alternativa para Alemania (AfD) fue fundado por euroescépticos hace una década, pero se ha radicalizado y se ha convertido en una agrupación de extrema derecha desde que dejó de centrarse en el euro, la moneda común europea lanzada en 1999.
Una postura anti-inmigración de línea estridentemente dura, desarrollada durante la crisis migratoria europea de 2015-16, es ahora el tema emblemático del partido.
Se considera que la AfD se ha beneficiado de años de preocupación entre muchos votantes alemanes por el enorme número de refugiados que buscan asilo procedentes de países devastados por la guerra como Siria y Ucrania.
El manifiesto de la AfD establece como objetivos del partido: «Queremos preservar permanentemente la dignidad humana, la familia con hijos, nuestra cultura cristiana occidental, nuestra lengua y tradición en un Estado nacional pacífico, democrático y soberano del pueblo alemán».
Los críticos consideran que el partido es antidemocrático y advierten de que Alemania podría caer de nuevo bajo la influencia de ideologías extremistas.
El incendiario líder regional de la AfD en el estado de Thüringen, Björn Höcke, antiguo profesor de historia, ha sido condenado y multado dos veces este año por utilizar un lema nazi prohibido.
Los servicios de inteligencia nacionales han clasificado a la AfD en Thüringen y Sajonia como grupo de extrema derecha, y están vigilando al partido como presunto grupo extremista tanto en Brandeburgo como a escala nacional.
La mayoría de los demás partidos con representación en los parlamentos federal y estatales de Alemania han erigido un denominado «cortafuegos» entre ellos y la AfD. Esta cooperación sigue siendo esencialmente tabú, pero se somete a un escrutinio regular a medida que la AfD sube en las encuestas, sobre todo en los antiguos estados de Alemania Oriental, donde el partido es más popular.
A nivel federal, en las elecciones al Parlamento Europeo de este año y en los sondeos posteriores, la AfD está desafiando constantemente a los socialdemócratas del canciller Olaf Scholz por el segundo puesto, por detrás de la oposición conservadora de la alianza CDU/CSU.
