De Cuartel a Museo

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Carlos Revilla Maroto

Carlos Revilla

Hace unos días estuve en la inauguración de la remodelada sala de Historia del Museo Nacional que tardaron más de cinco años haciéndola. De casualidad estaba cerca, por lo que decidí ir, y aprovechar para visitar el Museo Nacional, algo que no hacía desde hace muchos años.

¿Quién no recuerda la visita al Museo Nacional durante su infancia? Casi que prodría afirmar que ocupa un lugar en la memoria de varias generaciones, incluida la mía. También, todavía me acuerdo, estando en el colegio, las funciones de “Teatro al aire libre” que daban en el museo, en donde hoy es el Mariposario. Ahí fui a ver, entre otras, la obra de Joaquín Gutiérrez “Puerto Limón”, novela que debido a la tensión dramática que posee, fue adaptada al teatro.

La “nueva” sala con la exibición permanente de Historia de Costa Rica (Siglos XVI-XXI), es un recorrido muy interesante que va desde la colonia hasta la época actual del país, muy bien lograda, y aplicando las técnicas de la museografía moderna, incluidos los multimedios. La otra sección de historia precolombina, se mantiene sin cambios.

Pero no es de las exhibiciones del museo de lo que quiero hablarles, para conocerlas les recomiendo hacer la visita de rigor. Más bien es del edificio donde está el museo, que es el antiguo Cuartel Bellavista, que está lleno de historia, como vamos a ver.

El Cuartel Bellavista. La construcción en mampostería con ladrillo de cal y canto inició en 1917, y estuvo relacionada con el fortalecimiento de la institución militar que promovió Federico Tinoco Granados, Ministro de Guerra y Marina del gobierno de Alfredo González Flores (1914-1917).

Luego de que Tinoco derrocó al presidente González Flores, se aceleraron los trabajos de construcción del cuartel: se levantó la mayor parte de los muros externos y los torreones, se construyó el sector este y la parte inferior del sur y, posiblemente, el sector norte. En el noroeste se mantuvo la antigua casa del reformador liberal de la educación, Mauro Fernández, que por cierto murió en 1905, y era el suegro de Tinoco.

En 1919 Tinoco fue derrocado debido al descontento social que produjo la represión militar de su administración, la difícil situación económica del país y el no reconocimiento de su régimen por parte de los Estados Unidos.

La construcción del cuartel se paralizó en 1923. Los trabajos se reiniciaron en 1928 con la demolición de gran parte de la casa de Fernández y la conclusión de los sectores oeste y sur, en la última administración de don Cleto González Víquez (1928-1932), como se puede ver en una placa en el sector oeste.

El Bellavista fue bodega de armas y lugar de instrucción militar de los reclutas; se pretendía formarlos en táctica, manejo de armas, disciplina y principios morales. Mientras fue utilizado por el ejército, el edificio tuvo la siguiente distribución: al norte, la bodega de armas de uso cotidiano; al noreste, dos casas donde vivían el primer y segundo comandante; al este, los dormitorios de la tropa; al sur, en la parte baja, la cocina, las celdas, los baños y los sanitarios; en la parte superior, los dormitorios de los sargentos; al suroeste, un espacio para practicar tiro al blanco; y al oeste, oficinas principales como la comandancia, los dormitorios de los oficiales y la sastrería.

En el patio central del edificio existía un planché donde se realizaban ejercicios y, hacia el norte del mismo, había un jardín y una pila para lavar ropa. Debajo del edificio hubo túneles que fueron sellados; de muchos de ellos no se ha podido conocer su ubicación exacta; incluso se ha dicho que hay uno que comunica con el edificio de la Asamblea Legislativa, en el costado norte.

En la edificación sobresalen los grandes torreones, usados para la defensa del cuartel. En la parte más alta, siempre había centinelas vigilando la ciudad. El torreón suroeste (ya demolido), permitía una mayor visibilidad de la entrada al cuartel. Las aberturas que se observan en los torreones son las troneras utilizadas para disparar con seguridad y puntería.

Casa de Los Comandantes. En realidad eran dos casas que fueron construidas entre finales del siglo XIX y principios del XX, antes de la construcción del Cuartel. Fueron adquiridas por el Estado en la década de 1920 y pasaron a ser el domicilio de las familias del Primer Comandante (la esquinera) y del Segundo Comandante (junto al Cuartel).

Cuando el Bellavista se convirtió en la sede del Museo Nacional, en 1950, las casas eran la sede del Servicio Meteorológico y el Club de Jardines hasta los años setenta. Después fueron ocupadas por el Departamento de Antropología e Historia.

Su restauración en el 2006 permitió abrirlas al público un año después como espacios de exhibiciones.

En la casa esquinera del primer comandante donde estuvo el Servicio Meteorológico de Costa Rica, en el mismo lugar, dio los primeros pasos la Radio de la Universidad de Costa Rica en la década de 1960.

Las casas de los Comandantes son una exhibición en sí misma. Los zaguanes, el corredor volado y el patio interno nos cuentan como eran las viviendas de antaño. Marcos de ventanas, puertas, pisos y herrajes evidencian diferentes estilos: art nouveau, art decó y ecléctico.

Durante los últimos 70 años la arquitectura original sufrió múltiples intervenciones. Al liberarla, se encontró un conjunto espacial y volumétrico de sobria elegancia.

Las transformaciones evidencian además diferentes tecnologías constructivas en sus paredes: madera cubierta con hierro galvanizado, ladrillo mixto, una mezcla de madera con hierro expandido y repello de concreto, así como la típica construcción en madera. En los pisos se usaron materiales como ladrillo, loseta de barro y madera.

Asimismo, en el exterior de la casa del Segundo Comandante destaca la pared cubierta con lámina metálica imitación ladrillo y la suntuosa decoración del muro esquinero.

Mención especial merece el rosetón, que estaba ubicado en la sección sur del techo de la casa del Primer Comandante, donde en su lugar se colocó una reproducción. En ese aposento antiguamente estaba la cocina. Los rosetones permiten mayor iluminación y ventilación en el interior de las casas. De una gran belleza, hice un arreglo especial para mostrarles el rosetón original, que aún se conserva y dónde estaba ubicado.

Curiosidades. Cerca del área de calabozos, en el sector sur, en ambos lados de la sala, se aprecian los retretes que usaban los soldados. Al convertirse en museo, esta sección albergó una exposición de Arte Sacro. Para mostrarla se repellaron las paredes laterales y se construyeron vitrinas sobre los retretes, y también se instaló parte del cielo raso proveniente del antiguo Congreso, el que quedaba donde actualmente está el Banco Central en San José centro, detalle que aún se mantiene.

Ya siendo museo, en una de las tantas remodelaciones que ha sufrido, se dio la polémica de si se repellaban los impactos de bala que se ven, principalmente en los torreones, para que el edificio luciera en todo su esplendor. Se determinó que lo mejor era dejarlos, dado que son parte de la historia.

En la remodelación de cuartel a museo, se eliminó una escalera, en el patio central que daba acceso al techo del sector este, por innecesaria, pues su único propósito era que los soldados subieran y pudieran disparar desde el techo.

Historia. El nacimiento del Museo Nacional, en 1887, se relaciona con las ideas liberales de “orden y progreso” que guiaron el desarrollo del Estado hacia finales del Siglo XIX. Parte importante del proyecto liberal fue la reorganización de la cultura nacional, mediante reformas en el campo educativo y la creación de instituciones con fines culturales y científicos. En ese marco, es que se crea el Museo.

El primer local del Museo Nacional, entre 1887 y 1896, fue la antigua Universidad de Santo Tomás, donde hoy está el Ministerio de Hacienda, sobre Avenida Segunda. La segunda sede, entre 1896 y 1903, fue en un edificio que estaba la zona llamada «El Laberinto» al sur de la ciudad, cerca del Liceo de Costa Rica. El tercer local, entre 1903 y 1949, fue la sede original del Liceo de Costa Rica; ahí también se localizaban las oficinas y la torre del observatorio del antiguo Instituto Físico Geográfico; este lugar es ocupado actualmente por la Caja Costarricense del Seguro Social, en la avenida segunda.

Con la abolición del ejército quedó abierta la posibilidad de usar el Cuartel como nueva sede del Museo Nacional. Vale la pena reproducir parte de la nota Nº 24 con fecha 18 de mayo de 1948, que don Rómulo Valerio, director del Museo Nacional en ese entonces, envió a la Junta de Gobierno, para solicitar convertir el edificio del Cuartel en el nuevo edificio para el Museo.

…Hoy, conociendo el espíritu que gestó a la nueva República y que le sigue animando, me permito dirigirme a ustedes y, en vista de la magnifica idea de hacer desaparecer el Cuartel Bellavista, en mi calidad de Director del Museo Nacional, hago formal solicitud a esa Honorable Junta para que aquel edificio sea cedido para instalar ahí el Museo. Esperando una resolución favorable a este pedido, me es grato quedar en espera de las muy estimables órdenes de esa Honorable Junta.

Formalmente en octubre de 1949, la Junta Fundadora de la Segunda República, mediante el Decreto-Ley Nº 749, traspasó el inmueble a la Universidad de Costa Rica y cumplió con el viejo anhelo de dotar al Museo Nacional de un edificio adecuado para su funcionamiento.

…Artículo 1º- A título de donación estimado para lo fiscal en medio millón de colones y con la condición de que no podrá ser enajenado, se traspasa a la Universidad de Costa Rica, para que sirva a los fines del Museo Nacional, el inmueble que fué Cuartel Bella Vista, y que se describe así;…

El Edificio del antiguo Cuartel Bellavista —declarado Patrimonio Cultural y Monumento Nacional mediante el decreto No. 15852-C, publicado en el Diario Oficial La Gaceta No. 106 del 26 de octubre de 1984— fue testigo, actor y símbolo de la convulsa década de 1940 y de la Guerra Civil de 1948. En ese contexto, la abolición del ejército en 1948 y la transformación del cuartel en la sede del Museo Nacional constituyen hitos fundamentales en la tradición civilista de Costa Rica.

¡…era el Bellavista!
Atravesamos la entrada principal, ningún guardián cuestionó nuestra presencia, éramos posiblemente los únicos niños ese día al menos en ese momento.
Avanzamos hacia el interior del edificio y nos dejaron de pie en el pasillo frente al patio central del cuartel.
Nuestros ojos de inmediato enfocaron imágenes imperecederas en nosotros pues ese patio estaba cubierto por muchos cuerpos de hombres fallecidos boca arriba unos, otros con el rostro contra el suelo, son sus duras miradas, diversas expresiones en los pálidos rostros y con diferentes vestiduras.
¿Quiénes eran?

Aguaire”. Concurso niñas y niños del 48 escriben. Escuela de Historia. Universidad de Costa Rica.

 
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Gracias al Museo Nacional, de donde obtuve la mayor parte de la información para el artículo.

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