Cuentos para crecer: El sueño de la pequeña Efwa

El sueño de la pequeña Efwa

El sueño de la pequeña Efwa

En Ayenyah, una aldea escondida entre campos muy verdes, situada en el corazón de África, vive la pequeña Efwa.

Como cada mañana, muy tempranito, con los primeros rayos de sol los gallos empiezan a cantar muy fuerte.

—¡Quiquiriquí!— se oye por toda la aldea. Y aunque allí no existen los despertadores, todos saben que es la hora de levantarse.

Efwa se despierta también, pero no se levanta, porque no puede hacerlo solita. Igual que les pasa a otros niños, Efwa no puede caminar ni mover bien las manitas. Por eso necesita que su mamá venga a levantarla.

Desde su cama Efwa puede ver las chozas de barro y se entretiene mirándolas, mientras espera tranquila y contenta. ¡Parece que las chozas tengan peluca!— ríe la niña muy divertida.

Cuando el sol está en lo más alto del cielo, mamá Attah la sienta bajo el gran árbol para que esté fresquita a la som bra. Con sus negros ojos sigue el vuelo de los pajarillos de colores que, alegres, saltan y se posan en las ramas.

Efwa, sentada en el suelo, espera muy quietecita. Al cabo de un rato, las mariposas multicolores revolotean a su alrededor y se le posan en la nariz, en los bracitos, en las rodillas… y le hacen cosquillitas.
Entonces Efwa se ríe contenta y deja ver dos hileras de pequeños y blancos dientecitos.

Efwa espera alegre que mamá Attah acabe de lavar la ropa. Cuando su mamá acaba, pone a Efwa en el barreño para que la niña se bañe. Dentro del agua la niña chapotea con las manitas. Luego intenta coger la pastilla de jabón pero se le escapa como si fuera un pececito nadando en el agua.

En la aldea de Efwa tienen costumbres diferentes a las nuestras. Como no hay cochecitos para pasear a los niños pequeños, las mamás los llevan en la espalda, sujetos con un gran pañuelo de lindos colores.

A Efwa le gusta mirar cómo se mueven los cestos que las mujeres llevan sobre sus cabezas. Los cestos, muy cargados, se bambolean despacito hacia un lado y el otro mientras las mujeres caminan muy rectas, para que la carga no se les caiga.

Algunas veces mamá Attah tiene que ir a un pueblo más grande a comprar cosas que hacen falta, o a llevarla a ella para que el médico la visite. Entonces la ata a la espalda y Efwa se siente feliz porque sabe que va a viajar en un tro-tro, que es una furgoneta muy vieja.

Es difícil viajar por el país de Efwa, por eso todo el mundo quiere aprovechar bien el viaje. La niña se siente feliz en el tro-tro, aunque va muy apretada entre la gente, los canastos, la comida y hasta las gallinas.

Efwa lo mira todo con los ojitos muy abiertos: el mercado, la gente, los colores de los vestidos, los coches… Escucha todos los ruidos y gritos que no se oyen en su tranquila aldea. En el viaje de vuelta, sentada sobre mamá Attah, Efwa se adormece feliz recordando todo lo que ha visto.

Cuando el sol se pone y todo es oscuridad, mamá Attah enciende un candil de queroseno, deja a Efwa en la cama y le desea un feliz sueño.

En el país de Efwa existen unos mosquitos que si te pican te pones muy enfermo. Pero Efwa no tiene miedo y se duerme tranquila porque sabe que a ella los mosquitos no la picarán cuando esté dormida: ¡mamá Attah siempre le cie rra la mosquitera!
«Es la hora de dormir», piensa la niña y se pone muy contenta, porque aunque no puede caminar sí puede soñar que va a todos los lugares preciosos que ella imagina.

El sueño de la pequeña Efwa

A Efwa le gusta soñar que puede volar y se imagina que su mosquitera se transforma en una preciosa nube blanca que la lleva de paseo volando por el cielo.
Desde allí arriba puede ver el mundo muy pequeño: el gran lago, la selva, las montañas… ¡Hasta puede ver el mar, que está tan lejos!

Montada en su nube-mosquitera Etwa viaja alegre durante toda la noche. Las estrellas del cielo iluminan su viaje y, a su paso, la saludan con sus destellos.
Finalmente la niña escucha muy feliz cómo el universo le canta su canción preterida:
Brilla, brilla, estrellita
tú que eres tan bonita…

Àngels Consuegra Manzanares (Barcelona), autora del cuento El sueño de la pequeña Efwa, siente desde muy joven un gran interés por la infancia y también por la psicología. La inesperada muerte de su hijo Raúl y el amor de su hija Marta la llevan a un orfanato de África como voluntaria. Allí trabaja con los niños que padecen parálisis cerebral, como la pequeña Efwa. A su vuelta, decide vivir consciente de esa otra realidad y seguir trabajando para ellos. Fruto de esa experiencia nace este cuento.

Àngels Consuegra; M. Carmen Fortuño
El sueño de la pequeña Efwa
Barcelona, ING Edicion, 2009

El Proyecto CUENTOS PARA CRECER consiste en la publicación de relatos destinados en especial a niños y adolescentes, así como a todos los que encuentran placer en la lectura.

Debido al tipo de historias ofrecidas, este proyecto permite reflexionar sobre una serie de valores considerados esenciales para el desarrollo del carácter, como la tolerancia, la solidaridad, el espíritu de diálogo y la honradez, proporcionando además un valioso instrumento de aprendizaje.

cuentosn@cuentosparacrecer.com

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