Aquella tarde la bruja hizo un bizcocho.
Llovía a mares y no podía salir.
La escoba descansaba en un rincón
el gato junto al fuego
el búho por ahí.
Su amiga del norte le había llevado huevos.
Su vecina, la maga, nata fresca.
Los gnomos, leche y harina de maíz,
ella tenía: azúcar, ron, canela.
Bate que bate
amasa y amasa
los huevos, la leche
la harina, la nata.
un poco de azúcar
y ron de piratas,
bate que bate
amasa y amasa.
El horno encendido
caliente muy caliente.
Hansel y Gretel
temblando en la bodega.
La bruja adorna el bizcocho
y crece y crece la leyenda.
Aunque jamás había comido niños
ni fríos,
ni calientes,
ni en conserva,
no le importaba que los demás hablaran,
ni que la señalaran,
ni creyeran
que eran su plato favorito.
Niños crujientes, doraditos,
asados en el viejo horno de leña
y de postre el bizcocho recién
hecho espolvoreado con canela.
La bruja sonreía adivinando
que ellos no sabían que sólo
comía pan, dulces, verduras y
algunos días grosellas.
Afuera seguía lloviendo a mares.
La casa olía a bizcocho y leña seca.
Preparó chocolate
muy caliente,
sacó brillo a la escoba
y colocó la mesa,
Cuando la bruja los llamó
refunfuñando y les dijo que
estaba la merienda
Hansel y Gretel dieron
tales gritos
que tembló la casa,
la chimenea,
el gato despertó de su letargo
y la escoba despistada, hizo piruetas.
El búho apareció recién
duchado preguntando
si hacía falta su presencia
y el duende de la lluvia,
con el susto, pisoteó
catorce o quince setas.
¿No queréis merendar, pequeños monstruos?
Os moriréis de hambre en la bodega
si no subís ahora y coméis:
el chocolate
el bizcocho de canela
unos dulces que tengo muy recientes…
o quizás arándanos, grosellas.
La bruja en el fondo no era mala,
pero la lluvia la ponía
enferma.
Las escobas se mojan y encogen
y así no duran nada…
¡Qué tristeza, qué tristeza!
Tener que cambiar de escoba
siempre justo cuando empiezas a conocerla.
Bajó la escalera con cuidado.
Olía a ron, a lavanda,
a azúcar quemada y a canela.
Gretel le susurró a Hansel:
¡Qué raro!
no creo que las brujas
huelan de esa manera.
Después,
cuando el miedo se hubo ido
merendaron,
inventaron tres juegos,
recogieron la mesa…
Por fin había dejado de llover.
Olía a musgo,
a miel,
a pino,
a tierra.
La bruja dormitaba junto al fuego.
Nunca había parecido menos fiera.
Tenía sin duda muchos años
y un nombre tan extraño:
Griselda,
Griselda…
Y les dijo antes de despedirse que
el truco del bizcocho de canela
está en batir,
amasar bien y
que podían volver cuando quisieran.
Les haría chocolate,
buñuelos,
les haría bizcochos
tartas,
cremas…
pero que no tocaran nunca
las tejas de la casa
porque luego cuando llueve
hay goteras.
Charo Ruano
El bizcocho de canela
Salamanca, Amarú Ediciones, 2006
El Proyecto CUENTOS PARA CRECER consiste en la publicación de relatos destinados en especial a niños y adolescentes, así como a todos los que encuentran placer en la lectura.
Debido al tipo de historias ofrecidas, este proyecto permite reflexionar sobre una serie de valores considerados esenciales para el desarrollo del carácter, como la tolerancia, la solidaridad, el espíritu de diálogo y la honradez, proporcionando además un valioso instrumento de aprendizaje.
cuentosn@cuentosparacrecer.com