Circunloquio [*]
Gran parte de los problemas de la actualidad, tienen en común la falta de conexión de los tomadores de decisiones con la realidad y viceversa, la población no sabe cuál es el objetivo y por eso no puede estar de acuerdo y colaborar.
Yayo Vicente
Ya en el año 1856, cuando tuvo lugar la Campaña Nacional contra los filibusteros comandados por William Walker, la población estimada era de aproximadamente 150,000 a 160,000 habitantes. En poco más de cuatro décadas habíamos experimentado un crecimiento demográfico importante.
En esa Costa Rica bucólica, poco institucionalizada tuvimos gobernantes con mucho «callejeo», con bastante contacto informal con la población. La proximidad al pueblo muchas veces ha sido parte del estilo de liderazgo en Costa Rica.
El mito dice que Juanito Mora, el gran héroe de 1856, atendía algunos días la pulpería de la familia. Tal vez nunca fue cierto, quizá lo hizo algunas veces. Lo cierto es que todos se conocían, la gente sabía de las congojas de los otros y se enteraban de sus éxitos: buenas cosechas, matrimonios y nacimientos. Se juntaban en los parques, las plazas de futbol, las misas, en los cafetales y las fiestas. Todos eran una sola cosa.
Las decisiones de las autoridades políticas y religiosas estaban bien ajustadas a la realidad. Nadie vivía en una torre de marfil y esa cotidianidad les permitía hacer tierra con la realidad de manera natural y constante.
Ya en el siglo XX la sociedad costarricense era un poco más compleja, pero todavía muy hegemónica, todos comíamos lo mismo, solo que los más afortunados saboreaban gallina más seguido, todos practicábamos la misma religión, en su mayoría éramos pobres, analfabetas, descalzos y sin dientes. Al médico que había estudiado en el exterior y que de valiente regresó, se le pagaba con una gallina achiotada o un picadillo de arracache y el trueque estaba bien visto. Nadie se ofendía y ambas partes se sentían bendecidas y agradecidas.
El Mito de la Caverna
El mito de la caverna es una alegoría presentada por Platón en su obra La República. Una imagen filosófica poderosa que sirve para ilustrar su teoría del conocimiento, la educación y la realidad.
Imaginemos una caverna profunda donde un grupo de personas ha estado encadenado desde su nacimiento. Estas personas están atadas de tal forma que solo pueden mirar hacia una pared frente a ellas. Detrás de ellos, hay un fuego encendido, y entre el fuego y los prisioneros, pasan personas cargando objetos, cuyas sombras se proyectan en la pared de la caverna.
Los prisioneros, al no haber visto otra cosa en su vida, creen que esas sombras son la única realidad.
El Mito de la Caverna es una metáfora sobre cómo pasamos de la ignorancia al conocimiento verdadero, y cómo la educación puede liberarnos, aunque también puede ser dolorosa. Según Platón, vivir sin pensar es vivir encadenado a las sombras.
José Ortega y Gasset
Ortega y Gasset, el filósofo español del siglo XX, en su obra “La rebelión de las masas” criticó la especialización excesiva, aborda los efectos culturales y sociales del hombre-masa en la sociedad moderna. Dice que el especialista moderno —alguien con conocimientos muy profundos en un área muy restringida— corre el riesgo de convertirse en un «sabio ignorante», ya que, aunque domina su campo, ignora casi todo lo demás.
Asegura que la especialización fragmenta el saber y debilita la visión unitaria del mundo. Para Ortega, la persona cultivada no es la que sabe mucho de una cosa, sino la que tiene una comprensión amplia y articulada del conjunto de la realidad.
Nos advierte que una sociedad dominada por especialistas sin formación humanista puede caer en el tecnocratismo, donde las decisiones se toman sin una visión moral o de política amplia, lo que debilita la democracia.
La especialización en la economía
La especialización (también llamada división del trabajo) es un concepto fundamental en la economía moderna y ha sido clave para el aumento de la productividad, el crecimiento económico y la organización del trabajo en las sociedades industriales y postindustriales.
El concepto fue planteado por Adam Smith en su obra “La riqueza de las naciones” en 1776. La idea es que las tareas productivas se subdividen en partes más pequeñas y cada individuo o grupo se enfoca en una tarea específica, en lugar de intentar producir un bien completo.
La especialización ocurre en distintos niveles: 1) Individual, cada trabajador se especializa en una función: un cirujano, un programador, un chef, un carpintero; 2) Empresarial, las empresas se concentran en nichos: una empresa puede especializarse solo en “software” para hospitales, otra en piezas de automóviles; 3) Nacional, los países también se especializan, Costa Rica, por ejemplo, en dispositivos médicos, Alemania, en maquinaria, Japón, en tecnología avanzada.
Cuanto más especializada la producción, más unidades se pueden producir con menor costo por unidad, lo que llaman economía de escala.
A pesar de sus ventajas, la especialización también tiene riesgos, y aquí es donde el pensamiento de Ortega y Gasset es relevante: 1) como advirtió Karl Marx, el trabajador especializado puede sentirse desconectado del producto final y de su propia humanidad; 2) una persona muy especializada puede tener dificultades para adaptarse a cambios en el mercado laboral; 3) las economías especializadas dependen unas de otras, si falla un eslabón, todo el sistema puede sufrir; 4) algunos países quedan atrapados en actividades de bajo valor agregado.
La especialización del trabajo ha sido una de las fuerzas más poderosas detrás del desarrollo económico moderno. Sin embargo, como advertían tanto Ortega y Gasset como Marx, también debe estar acompañada de una formación humanista, una visión ética y una capacidad de adaptación, para que no se convierta en una forma de empobrecimiento humano o social.
Resolviendo la falta de conexión
Nuestros tomadores de decisiones suelen estar desconectados. El gerente no usa el baño de los trabajadores, quien diseña una parada de bus usa su automóvil, al presidente le abren campo con sirenas.
En los últimos años a las autoridades les falta «callejeo» y aseguran que las sombras son la realidad. Su especialización les impide concebir soluciones integrales y ajustadas a las necesidades de la población. Adoptan respuestas que ven en otras latitudes y no adaptan las soluciones al contexto local. Pagamos la falta de contacto informal con la población y sus circunstancias.
En las próximas elecciones tendremos dos opciones, una agrava el problema y la otra nos devuelve la costarriqueñidad. Una pide cuarenta diputados, reelección permanente, sin respeto a la división de poderes, destierro a quien no apoye al chavismo y decisiones desconectadas. La otra es garantía de protección democrática, con mesas de trabajo para la participación en la construcción de soluciones, autoridad distribuida y decisiones conectadas con la realidad.
Entre más concentrado el poder, más se agrava el problema, más aislado y desconectado el tomador de decisiones. Por eso la tiranía, el autoritarismo y la dictadura solo agravaría la falta de conexión. ¿Será posible que podamos comprender el contexto histórico antes de votar el próximo 1° de febrero?