Con pies de plomo en lo económico

Progresemos

Carlos Manuel Echeverría E.
cmecheverria@yahoo.com

Carlos Manuel Echeverría

En los últimos días, tiempos de pandemia y de crisis financiera en el marco de lo económico, me ha llamado la atención el resurgir de voces que dícense acreditadas en la ciencia económica, sugiriendo medidas que a todas luces la contradicen. Medidas que ya han sido probadas en Venezuela por ejemplo y que empoderaron al Gobierno y algunos sectores aunque la economía no funcionara, cuando el precio de referencia petrolera estaba entre 100-150 US$ el barril. El desastre es conocido.

Algunos han propuesto ser dispendiosos con las divisas ahorradas, ya la mayor parte comprometidas, así como jugar con la oferta monetaria del país, “tirando plata por todo lado”. Ello puede ser tentador hacerlo para mitigar la situación financiera de los costarricenses más desposeídos y mantener operando, aunque no generen riqueza, a empresas MIPyMes cuyos emprendedores empresarios (no es lo mismo) merecen respeto y consideración, pero cuyas empresas, ante el nuevo paradigma que se está fraguando, no serán todas exitosas. En países pequeños con alta propensión a importar bienes y servicios intermedios así como finales, aumentar la oferta monetaria desmedidamente como algunos sugieren es atizar la inflación por la presión que colones adicionales en cantidades exorbitantes tendrían sobre el dólar, lo que liquidaría la economía. Como las presiones inflacionarias en el corto plazo son favorables, la tentación es muy grande.

Mucho de lo que se propone es economía vudú, aderezada con conceptos de la economía socialista que se ha probado no funcionan, pues desconocen las reglas económicas. Es difícil precisar si hay otras consideraciones de por medio.

Algunos defienden las enormes remuneraciones en algunos sectores estatales que generan disparidades enormes entre universidades y entidades autónomas por un lado y el resto del aparato estatal y el sector privado por el otro, construidas por la vía de dispendiosas convenciones colectivas.

Otros defienden sus altísimas e injustificadas pensiones, cubiertas por fondos del presupuesto nacional, algunas de más de 10 millones de colones al mes, como 220 mil $ al año con aguinaldo sin contar las cargas del estado empleador, mientras hay pensiones de 70 mil colones. No les preocupa que los altos salarios y pensiones de lujo sean un problema económico y financiero, así como manifestación de una serie enfermedad en Costa Rica, cual es la moral devaluada (un bien público), que evidentemente repercute en la ética (un bien individual) de muchos ciudadanos, que dejan de serlo plenamente al clamar solo por sus derechos y no cumplir con sus deberes solidarios. Expresan que la economía se estimula al circular los recursos de los grandes sueldos y pensiones. Eso es una verdad si acaso a medias porque a niveles de ingreso alto, la propensión a consumir lo importado o a comprar dólares para realizar inversiones lucrativas en el exterior es muy alta. Más bien, se presiona el dólar. Las altas remuneraciones en el estado tiene que bajar y de allí que se impone una ley de empleo simplificada y con las categorías mínimas para reconocer lo que realmente corresponde.

Por supuesto hay que atacar la evasión tributaria a fondo y evitar la elusión que se da por portillos legales. Paralelamente es apremiante aumentar la producción de bienes y servicios partiendo de mayor productividad y menor costo, lo que por supuesto incluye al menos disminuir drásticamente tanta traba burocrática a la emprendeduría empresarial. A las empresas viables, sean grandes, MIPyMes o cooperativistas hay que incentivarlas, facilitarles que produzcan a fin de que haya “cacao para hacer chocolate” y que alcance para todos. La propuesta de los avales por ejemplo, apunta al blanco. Solo así se pueden financiar las necesidades del aparato estatal y los sectores sociales desposeídos que dependen de transferencias estatales en una forma sana.

Hay que evitar hasta donde sea posible las distorsiones económicas en un país que por su tamaño y estructura económica tiende a la creación del oligopolio, monopolio, oligopsonio y monopsonio.

En la situación actual los señores diputados tienen una gran responsabilidad, que espero se refleje en mayor disciplina para no “borrar con el codo” lo que hacen con la mano. Me parece es factible pensar en flexibilizar algunas medidas fiscales que se han aprobado, pero hacerlo en forma racional para no desvirtuar lo logrado, sin pretender pasarle la cuenta al Estado, que al final de cuentas somos todos, por lo que seremos todos los que terminamos pagando, por inflación o reducción de ingresos. Deben seguir trabajando en la aprobación sensata de legislación urgente como la mencionada del empleo público, previniendo el roce constitucional.

Sin duda vienen tiempos difíciles, muy difíciles, de estrechez económica en un mundo complicadísimo, que no nos dará las facilidades que en otras situaciones de crisis nacional hemos encontrado.

Nuestra actitud como sociedad solidaria que decimos ser, ha de ser consecuente con la realidad. Si lo somos las dificultades serán más manejables y el tiempo de reconstrucción será menor. Ya hay experiencia en el mundo en ese sentido.

Ex viceministro subdirector de OFIPLAN de la Presidencia de la República

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