Noviembre 01, 2023
Alejandro Ernesto
Yeny García
En el kibutz Kissufim, uno de los primeros en sufrir el ataque sorpresa de Hamás, las calles desiertas, las casas destruidas y el sonido de continuas explosiones recuerdan que la región está en guerra. Mientras, el mundo continúa clamando por un cese al fuego humanitario.
KISSUFIM, ISRAEL / WASHINGTON — A menos de dos kilómetros de la Franja de Gaza, se ubica el kibutz Kissufim, una pequeña comunidad agrícola de apenas 300 habitantes y una vida pacífica. Todo eso cambió el pasado 7 de octubre, cuando militantes de Hamás incursionaron en Israel por tierra, mar y aire. La pequeña localidad del sur israelí fue de las primeras en sufrir el horror del ataque.
Los milicianos palestinos irrumpieron en Kissufim, mataron a 10 vecinos y a seis trabajadores tailandeses, quemaron y destruyeron casas y secuestraron a 4 personas. Un grupo de habitantes de la localidad, miembros del equipo de emergencia, hicieron frente a los militantes hasta que las Fuerzas de Defensa judías volvieron a tomar control del poblado.
El mismo sábado en la noche los habitantes del kibutz fueron evacuados y trasladados a un hotel en el Mar Muerto.
A más de tres semanas de la invasión, que dio inicio a la actual guerra sin cuartel de Israel contra Hamás, Kissufim parece detenido en el momento del ataque. Sus calles permanecen desiertas y sus casas, muchas de ellas destruidas por el fuego y las bombas, dan un atisbo de la cotidianidad paralizada en una pequeña comunidad que despertaba en un sábado cualquiera.
En la pequeña comunidad agrícola sólo se ven uniformados. Los continuos sonidos de explosiones no dejan olvidar la cercanía de Gaza, bombardeada sin respiro por las fuerzas israelíes, que han comenzado incursiones terrestres en el territorio controlado por Hamás esta semana.
«Nos sorprendieron en nuestras casas»
Shai Asher, de 50 años y uno de los tres miembros del escuadrón de seguridad del kibutz, fue uno de los vecinos que hizo frente a los atacantes de Hamás. Ahora, a Asher se le conoce en los medios israelíes como el héroe de Kissufim.
«Fuimos atacados por más de 80 terroristas que vinieron desde diferentes puntos de acceso y nos sorprendieron en nuestra casa. Como pueden ver, causaron muchos daños y mataron a bastantes civiles y a un miembro del equipo de emergencia», recordó Asher en conversación con periodistas.
Asher se ocupaba de patrullar el kibutz junto a dos amigos como una manera de hacer un dinero extra. Ahora, las maniobras militares ocupan todo su tiempo. Su vida como granjero acabó, al menos, durante el curso del conflicto, para el que no se ve fin cercano. Uno de sus colegas en el escuadrón murió durante el enfrentamiento.
El mismo sábado del ataque, el pelotón 51 de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) llegó a Kissufim para recuperar el poblado y expulsar a los combatientes de Hamás. A última hora de la tarde los soldados comenzaron la evacuación de los vecinos en medio de intensos combates. Ocho soldados de las FDI murieron en la batalla.
«Con el tiempo podremos luchar contra ellos y matarlos a todos», continúa Asher.
El martes, tres días después de los ataques, cuenta, el administrador de la granja lechera volvió a Kissufim y pidió permiso al ejército para alimentar a las vacas. Fue asesinado por un militante de Hamás que permanecía oculto en el lugar.
Hoy el kibutz Kissufim tiene otro rostro, muchas de sus casas están quemadas, destruidas. En las calles los coches lucen agujeros de balas y cristales destrozados producto de la intensa batalla. Y no hay vecinos. Apenas permanecen en esta comunidad unos pocos soldados encargados de su custodia.
Clamor por un cese al fuego
A casi un mes del inicio de la guerra, Israel continúa lanzando ataque tras ataque contra Gaza, con el propósito de descabezar a Hamás en oleadas de bombardeos que han destruido gran parte de la zona y matado a más de 8.796 personas, entre ellos 3.648 niños, según cifras del Ministerio de Salud palestino.
El ataque de Hamás dejó a 300 soldados israelíes y 1.100 civiles muertos.
Ante la tragedia en Gaza, hogar de más de 2 millones de personas, incomunicada, con apenas recursos, sin agua corriente, ni combustible y con pocas posibilidades de entrada de ayuda humanitaria, la comunidad internacional clama por un cese al fuego humanitario.
Israel asegura por su parte que ha dado aviso con tiempo suficiente para que los civiles se desplacen fuera de las zonas rojas del conflicto. Organizaciones como Naciones Unidas aseguran que es prácticamente imposible un movimiento de esa magnitud en tan poco tiempo.
«Pedimos a la población civil que se desplace hacia el sur. Somos el único ejército en el mundo que avisa de antemano dónde atacaremos y cuándo atacaremos, para pedir a la población no involucrada que se retire de este lugar. Ya hace un mes que les estamos avisando que vamos a atacar. Hace un mes que les estamos diciendo que se desplacen hacia el sur», insistió a la prensa, entre ellos la Voz de América, el portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores de Israel, Joel Lion.
Lion insistió en que «hay una zona verde en el sur de la Franja de Gaza por donde llega la ayuda humanitaria, donde hay agua, hay electricidad, allí hay de todo». Para el vocero israelí, «los malos son Hamás, que no les dejan salir. Así que el único responsable de cualquier pérdida de personas no involucradas es Hamás», subrayó.
Este miércoles otra explosión sacudió Jabalia, el campo de refugiados más grande de Gaza, un día después de que funcionarios de salud palestinos dijeran que un ataque aéreo israelí mató a unas 50 personas e hirió a 150. Tel Aviv informó que había abatido a un comandante de Hamás en ese bombardeo.
No hubo información inmediata sobre posibles víctimas de la segunda explosión, pero imágenes mostraron humo elevándose sobre el campamento, mientras personas buscaban heridos entre montones de escombros.
Soldados de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) custodian el kibutz Kissufim, a solo 1,8 kilómetros de la Franja de Gaza.
Soldados de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) custodian el kibutz Kissufim, a solo 1,8 kilómetros de la Franja de Gaza.
«Es una masacre», dijo a Reuters un palestino desde el lugar del bombardeo, que de acuerdo con testigos, fue un ataque aéreo israelí en el distrito de Faluya.
Más tarde, el ejército israelí emitió un comunicado diciendo que sus aviones de combate habían atacado un complejo de mando y control de Hamás en Jabalia «basándose en información de inteligencia precisa», matando al jefe de la unidad de misiles antitanque del grupo islamista, Muhammad A’sar.
«Hamás está cometiendo un doble crimen de guerra: se esconde detrás de escudos humanos, detrás de la población civil y, desde ese punto, dispara contra la población civil de Israel», destacó el portavoz de la Cancillería israelí, Joel Lion.
Este mismo miércoles, se confirmó que un primer grupo de civiles evacuados de Gaza cruzó a Egipto en virtud de un acuerdo mediado por Qatar.
El coordinador del Consejo Nacional de Seguridad de la Casa Blanca, John Kirby, dijo a la prensa a bordo del avión presidencial que Estados Unidos espera sacar a todos sus ciudadanos de Gaza, pero que la operación tomará al menos unos días.
[Con información de Reuters]Voz de América