Miguel Herrero Herrero
Director: Akira Kurosawa
Intérpretes: Toshiro Mifune, Machiko Kyo, Takashi Shimura, Masayuki Mori.
Película basada en relatos de Ryunosuke Akutagawa. Con guión de Shinobu Hashimoto («Los Siete Samuráis», «Vivir») y Akira Kurosawa («Los Siete Samuráis», «Trono De Sangre»).
Japón, siglo XII. En un lugar llamado Rashomon y cobijados de una tormenta, tres personajes: un sacerdote, un leñador y un peregrino, comentan los acontecimientos surgidos tras la violación de una mujer y el asesinato de un hombre en un bosque. Los hechos girarán en torno a las declaraciones efectuadas en la comisaría de policía por los diversos testigos, inculpados e incluso la propia víctima del homicidio.
Película del maestro japonés Akira Kurosawa caracterizada por su utilización de los flashbacks y por una pesimista visión de la condición humana, creadora de un mundo de desconfianza y egoísmo en búsqueda constante de redención.
Con la última mirada objetiva vamos perfilando como los flashbacks contradictorios confeccionados desde las diferentes perspectivas de los protagonistas principales de los hechos acaecidos están desarrollados bajo posiciones emocionales como el odio y resentimiento, la fortaleza supuesta a una condición y el sentimiento de culpa y/o sumisión.
La inteligencia de Kurosawa en la creación de los referidos flashbacks exhibe su genialidad como narrador. La historia maneja una penetrante intriga contada con un sugerente contraste de serenidad y viveza, tensión y tranquilidad.
La realización y fotografía son extraordinarias y la creación de Toshiro Mifune, incorporando a un bandido de risa floja, resulta excepcional.
Todos los flashbacks son verdaderos tratados de cómo realizar una historia con sentido fílmico, pero dos de ellos contienen una magia cinematográfica especial: el narrado por la mujer del asesinado, que mantiene en un estado cuasi enloquecido una intensidad fuera de lo común cuando la esposa no puede soportar la mirada de su ultrajado marido, y el descrito por el propio fallecido vía médium, de un magnetismo prodigioso.
Consiguió el Oscar a la mejor película extranjera por “Rashomon” y recogió multitud de premios internacionales. Fue una de las primeras películas que salió de Japón hacia occidente. El impacto de su cultura y el aprecio de su cine (no tan diferente al nuestro) empezó a causar una gran expectación en América y Europa.
El argumento está basado en dos cuentos; con maestría se han fundido en una sóla historia y completan un excelente guión. Ambientada en el siglo XII; “Rashomon”, es el nombre de una puerta derruida japonesa, en la que se refugian de una tormenta un trabajador, un leñador y un sacerdote. En ella debaten temas sobre la verdad, el hombre, el bien, el orgullo etc. a través de un suceso relatado por el leñador: un ladrón es prendado por la belleza de una mujer mientras ésta paseaba con su marido samurai, el ladrón apresará al samurai y violará a su mujer.
El film relata diferentes versiones sobre éste suceso por cada uno de los personajes, hasta llegar a una versión más realista, en la que Kurosawa rompe con los arquetipos típicos de los protagonistas.
La película causará tal impacto que se realizará una versión americana de ésta e inspirará a gran cantidad de films a través del estilo inconfundible de un maestro.
Buena interpretación, soberbia fotografía, excelente guión y un gran ambiente nos muestran un mítico y atrayente drama japonés, a pesar de un muy bajo presupuesto.
Nos ofrece la genialidad de Kurosawa, el dilema de la condición humana y nos abre la verdadera puerta hacia un oriente, en la que todavía muchos no han sabido apreciar.
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Pierluigi Puccini
La película que lanzaría a la fama mundial al cineasta japonés Akira Kurosawa, la que según cuenta la «leyenda» fue la razón para que se creara el premio a «mejor filme extranjero» en los oscar. Premio que por supuesto se llevaría esta cinta, una de las obras más grandes y de mayor trascendencia que ha concebido el séptimo arte.
Orquestada con mano maestra por el director nipón, quien nos adentra en una intrincado caso criminal, consumado en los bosques del Japón feudal, con una magistral narración y montaje en flashback, dando espacio a varios puntos de vista sobre un único hecho en común, una técnica similar a la de los dramas judiciales, que incluso ha sido plagiada por thrillers modernos como «Ojos de serpiente» de Brian De Palma.
Como una buena joya del celuloide, al talento de su hacedor se le suma la exquisita fotografía en blanco y negro de Kazuo Miyagawa; una estupenda banda sonora de Fumio Hayasaka; y por ultimo pero no menos importante, las geniales interpretaciones de todo el reparto, en especial la del afligido leñador, así como las del trío en el que se teje la trama, contando con el histrionismo del siempre carismático actor fetiche de Kurosawa, el gran Toshiro Mifune.
Aparte de ser perfecta a nivel técnico, a nivel argumentativo posee una innegable y sobrecogedora fuerza, una intensad y exacerbación en las acciones de cada personaje, cualidad que lleva una poderosa carga de culpa, redención, y pesimismo existencial. No es más que poesía hecha cine.