Por Christian Thiele (dpa)
Los mamuts de cuerpos voluminosos y largos colmillos quizás vuelvan a pisar Siberia. Esta idea no es nueva, pero ahora podría hacerse realidad antes de lo esperado, siempre y cuando den fruto los audaces planes de un equipo de investigadores estadounidenses.
El problema es que estos animales se han extinguido hace miles de años. Sin embargo, científicos estadounidenses quieren utilizar ahora la ingeniería genética para resucitar una especie de mamut lanudo. Si todo va según lo previsto, esto podría llevarse a cabo en solo seis años. Según su propia información, ya han reunido el capital inicial necesario. Así y todo, el escepticismo entre los expertos es grande.
El genetista molecular George Church, de la Universidad de Harvard, en la ciudad estadounidense de Cambridge, informó que su proyecto está tomando forma. Desde hace unos días, una empresa emergente llamada Colossal es la encargada de poner en práctica los ambiciosos y a la vez controvertidos planes del científico estrella. «La extinción es un problema colosal al que se enfrenta el mundo», cita la recién estrenada página web de la start-up. «Tenemos el ADN, la tecnología y los principales expertos en la materia», continúa.
Church lleva años promoviendo la idea de resucitar la especie extinguida. Hasta ahora, le ha faltado el dinero para hacerlo. Según los medios de comunicación estadounidenses, los inversores han prometido 15 millones de dólares para llevar a cabo el proyecto.
El erudito de Harvard cree que es realista que la primera cría pueda nacer en 2027, según declaró a la cadena estadounidense CNBC. En sentido estricto, no se creará ningún mamut lanudo como el que habitaba las regiones frías de Eurasia y América del Norte antes de su extinción. «El objetivo es crear un elefante resistente al frío, pero que tenga el aspecto de un mamut y se comporte como tal». Una hembra de elefante será la encargada de gestar el embrión del mamut híbrido.
Según Church, para ello se combinarán células del elefante asiático, en peligro de extinción, con antiguos genes de mamut. Los expertos quieren utilizar nuevas tecnologías como las tijeras genéticas CRISPR-Cas9, con las que se puede «editar» específicamente el ADN.
«Se pretende insertar varios genes de mamut en el ADN de los elefantes asiáticos para obtener, por ejemplo, un pelaje denso y capas adicionales de grasa», explica la paleontóloga británica Victoria Herridge al semanario alemán «Der Spiegel», y añade que se trata de un procedimiento «extremadamente complicado».
En declaraciones anteriores, Church había explicado que el material genético de mamut disponible no era suficiente para clonarlo. Con el descongelamiento del permafrost, se encuentran una y otra vez restos de los antaño enormes animales. Pero la sangre, los tejidos o el material genético descubierto recientemente en los colmillos solo han proporcionado a los investigadores información sobre la evolución, pero no les han ayudado a clonar mamuts.
En cualquier caso, se plantea la cuestión de por qué los animales deben volver a vagar por el Ártico. Church afirma que los mamuts podrían ayudar a que el permafrost se derritiera con menos rapidez y evitar así la liberación de gases de efecto invernadero perjudiciales para el clima hacia los suelos congelados. Los mamuts apisonarían la nieve y así dificultarían el deshielo del suelo, afirma el experto. Sin embargo, hay dudas sobre la teoría.
Los animales podrían vivir en el parque de Nikita Simov. Este científico ruso, que dirige una enorme reserva natural en el noreste de Siberia, no muy lejos del Océano Ártico, aconseja no generar expectativas muy altas: «Las posibilidades de que todo sea perfecto de inmediato son escasas».
«Los mamuts no son necesarios para luchar directamente contra el cambio climático», asevera Simov a dpa, y añade que estos grandes mamíferos herbívoros contribuyen más bien a que los paisajes árticos sean más diversos y resistentes para ser utilizados como pastizales, lo que bien podría influir en el cambio climático.
Para el científico alemán Guido Grosse, dedicado a la investigación polar y marina, este enfoque es comprensible, y se remite a las experiencias del Parque del Pleistoceno de Simov. «Hay buenas pruebas de ello a pequeña escala, nosotros mismos participamos en esos estudios».
Sin embargo, el experto en permafrost duda de que esto detenga el deshielo de esta capa de suelo permanentemente congelada formada por tierra, hielo y roca: «Estamos hablando de muchos millones de kilómetros cuadrados de permafrost que tendrían que estar poblados por una enorme densidad de animales», explica.
Además, prosigue, se necesitaría demasiado tiempo para que hubiera un número correspondiente de animales: «Para entonces, el calentamiento ya estaría muy avanzado en el Ártico». Otros científicos ya han expresado un escepticismo similar.
Gareth Phoenix, de la Universidad de Sheffield (Inglaterra), cree que es perjudicial que en las zonas pobladas por mamuts solo podría crecer hierba y no árboles. «Sabemos que los árboles y el musgo de las regiones boscosas del Ártico pueden ser cruciales para la protección del permafrost», explica el profesor al periódico británico The Guardian.
«Es absolutamente indispensable poner fin a las emisiones fósiles de carbón, petróleo y gas natural lo antes posible», afirma Grosse, y considera que esta es la medida más importante en la lucha contra el cambio climático. Según el experto alemán, los combustibles fósiles han sido hasta ahora los que más han contribuido al aumento del dióxido de carbono en la atmósfera y, por tanto, al calentamiento global.
Aunque Church logre semejante avance, la científica rusa Lena Grigorieva no está nada segura de que los animales puedan sobrevivir en la naturaleza a largo plazo.
Según explica la paleontóloga a un portal especializado, para poder tener descendencia, por ejemplo, habría que restaurar el ecosistema de los animales. Los osos polares, por ejemplo, ya tienen que desplazarse cada vez más hacia el sur en busca de comida debido a que el hielo ya no es lo suficientemente grueso para la caza de focas.
El investigador ruso Simov quiere descartar al menos una cosa: que los mamuts puedan ser peligrosos para los humanos. «No harán daño a nadie». Está seguro de que la población de animales podría mantenerse bajo control incluso «en el mundo moderno».
dpa