30 Abril 2023
Los supervivientes de uno de los peores accidentes nucleares del mundo, ocurrido en la central ucraniana de Chernóbil el 26 abril de 1986, reflexionan para Noticias ONU sobre los acontecimientos de aquel fatídico día, mientras los empleados actuales cuentan cómo trabajan ahora en condiciones laborales parecidas desde que la central fue tomada por las tropas rusas.
Con motivo del Día Internacional de Recordación del Desastre de Chernóbil, celebrado esta semana, los empleados de la central han compartido dos de los periodos más difíciles desde su apertura en 1977.
Zona cero
Evgeny Yashin era un químico de 40 años en la central de Chernóbil cuando se produjo el accidente del reactor nuclear en abril de 1986, que provocó evacuaciones masivas, la muerte de 31 personas y enfermedades de larga duración para otros miles.
«Todo el mundo hablaba de la explosión del sistema de refrigeración de emergencia del reactor», declaró a Noticias ONU, recordando un fatídico viaje en autobús al trabajo el día del accidente. «Pero, al pasar junto a la cuarta unidad de potencia, nos quedó claro que era mucho más grave de lo esperado; la pared del reactor se había desprendido por completo y se veía un resplandor parecido al de un horno de fundición de acero. Actuamos de inmediato».
En aquel momento, ni se esperaba ni se había evaluado la magnitud del accidente, dijo, y añadió que no se habían establecido protocolos, porque era inconcebible que esto pudiera ocurrir en los reactores. Como supervisor de turno de 300 empleados del taller químico de Chernóbil, la principal tarea de su equipo era preparar agua desmineralizada, recibir residuos líquidos radiactivos, almacenarlos y procesarlos.
Evacuaciones masivas
«Preparábamos el agua para extinguir el reactor, caminábamos con el agua hasta las rodillas y organizábamos el bombeo», cuenta. «El agua parecía fluir sin cesar, el sistema se puso en marcha a pleno rendimiento y cada vez se necesitaba más agua».
El 27 de abril, los habitantes de Pripyat fueron evacuados junto con parte del personal de la planta, dijo, recordando los autobuses que atravesaban la ciudad, parando delante de las casas para recoger a los evacuados. Los familiares no podían llamarles, avisarles ni hablarles de la ruta de evacuación, dijo, recordando que descubrió que su familia se había trasladado fuera de la zona.
‘Muy pocos de mis colegas siguen vivos’
A principios de mayo, el personal que quedaba sufría graves efectos secundarios, mientras los médicos vigilaban su salud mediante frecuentes análisis de sangre, dijo, y añadió que a algunos los sacaron «de la zona» para que descansaran.
«Siento las consecuencias en mi salud incluso ahora», dijo Yashin, que tiene cáncer. «Muy pocos de mis colegas siguen vivos. Me sorprende que yo mismo siga vivo».
Mientras tanto, sigue habiendo disputas sobre quién tiene la culpa, dijo.
«Estoy seguro al 100% de que los diseñadores no podían prever algo así», afirmó. «El personal de la estación tomó todas las medidas para localizar las consecuencias del accidente, pero no pudo evitarlo».
Desde entonces, cada año, el 26 de abril, los residentes de la ciudad de Slavutych se reúnen en un monumento a las víctimas de Chernóbil, encienden velas y recuerdan aquel trágico suceso, explica Yashin. Aunque él ya no trabaja en la central, su nieta, Tatiana, es una ingeniera que manipula el combustible nuclear gastado en la instalación, donde se almacena junto a miles de toneladas de residuos radiactivos.
Nueva amenaza
Como todas las instalaciones nucleares, Chernóbil goza de una protección especial en virtud del derecho internacional humanitario. Pero la ocupación rusa de 2022 planteó graves problemas de seguridad. Además, devolvió a los empleados a las condiciones de trabajo de 1986, exigiendo turnos rotativos obligatorios.
«Ahora trabajamos como en 1986», declaró Alexander Novikov, ingeniero jefe adjunto de seguridad técnica de la central. «Acabo de incorporarme al trabajo y estaré aquí hasta el próximo lunes. Hemos convertido nuestras oficinas en puestos de descanso, instalando duchas y lavadoras. El control de la radiación se ha reforzado considerablemente; lo llevamos a cabo todos los días porque la gente vive cerca de la central.»
Un año después de la ocupación rusa, los empleados ya no pueden hacer un simple viaje en autobús. La mayoría vive en Slavutych, pero las líneas de ferrocarril fueron bombardeadas el primer día de la invasión rusa, el 24 de febrero de 2022. Ahora los trabajadores viajan en autobús desde 350 kilómetros de distancia, trabajan durante una semana entera, permaneciendo en la zona de exclusión durante todo el periodo, y luego regresan a casa, explica.
Nuevos compañeros
Hasta 2022, las instalaciones nucleares nunca habían sido capturadas en el contexto de un conflicto, dijo Novikov. Esta situación única ha exigido medidas a medida.
«El Organismo Internacional de la Energía Atómica tomó la decisión poco convencional de organizar ‘misiones permanentes'», dijo, y añadió que tanto los empleados de la central como los inspectores de la agencia de esta ONU están constantemente presentes en las instalaciones.
«Antes, los inspectores venían, realizaban una inspección durante varios días o semanas y luego se marchaban. Ahora, conviven con nuestro personal y llevan a cabo las actividades de inspección sin salir de la central».
Cuando un país pierde el control sobre este tipo de instalaciones y no puede llevar a cabo inspecciones, debe recurrir a la comunidad internacional en busca de apoyo, afirmó.
Ha llegado el momento
«Ha llegado el momento de responder a las crisis», ha declarado el responsable del OIEA, Rafael Grossi.
Aunque la principal tarea del organismo, desde su creación en plena guerra fría en 1957, es garantizar la seguridad de las instalaciones nucleares, nunca se había visto en la necesidad de operar en el epicentro de intensos combates armados.
Tras el inicio de la guerra en Ucrania, la agencia invitó a las partes interesadas a debatir en su sede de Viena. En representación de la central de Chernóbil como parte de una delegación ucraniana, Novikov dijo que ni uno solo de los muchos informes que había leído mencionaba la guerra rusa contra Ucrania.
Desmilitarizar las instalaciones nucleares
«Surgió la cuestión de cómo garantizar la seguridad en estas situaciones que se están dando ahora en nuestro país», recordó, señalando que la central nuclear de Zaporiyia también funciona en medio de una zona de guerra. «Al fin y al cabo, cualquier incidente puede tener consecuencias que se dejarán sentir en toda Europa».
De hecho, Zaporiyia es la mayor central nuclear de Europa.
«No se pueden capturar las instalaciones nucleares», subrayó. «Hay que desmilitarizar la zona alrededor de las centrales nucleares».
Proteger la fuente de energía más limpia
A pesar de los problemas que plantean los accidentes y las guerras, la energía nuclear representa el futuro, ya que el consumo de electricidad en el mundo está creciendo, afirmó. Por ejemplo, el 80% de la electricidad en Francia procede de fuentes nucleares.
«Por paradójicas que suenen estas palabras después de Chernobil y Fukushima, las centrales nucleares son uno de los productores de electricidad más seguros», afirmó. «En condiciones normales de funcionamiento, sin accidentes ni incidentes, es también la fuente más limpia».
Los nuevos tipos de reactores son fiables y controlables, explicó, y añadió que el desarrollo de la energía nuclear es «el camino más prometedor» a seguir.
«Todo lo que necesitamos ahora es un nuevo enfoque de la seguridad», dijo.
Noticias ONU