Señor Presidente
Bajo el tejido social costarricense subyace un oscuro mundo de explotación de inmigrantes que, a pesar de estar a la vista de todos nosotros, incluso de las autoridades, miramos hacia otro lado. Año con año miles de nicaragüenses entran al territorio nacional -en su mayoría- por la asfixiante crisis económica de ese país y otros -como en mi caso- al ser perseguidos por el régimen de terror que ha instaurado Ortega. Y así, del país del norte Costa Rica recibe mano de obra fresca, joven, abundante, barata, pobremente cualificada pero dispuesta a trabajar donde sea, en lo que sea, cuando sea y con quien sea, importándole poco que su paga sea menos que barata, que esté muy por debajo del precio justo o salario mínimo, que incluso se pueda calificar de miserable.
Pero excelentísimo Señor Presidente, para sorpresa de todos, no son los ticos quienes se están lucrando de la mano de obra barata nicaragüense, sino otra población también de inmigrantes que entran a este país en mejores condiciones que las nuestras, legales y económicas. Este último grupo de inmigrantes son astutos, sagaces, hábiles, expertos en pasar inadvertidos, se manejan en las sombras, con bajo perfil, casi en la clandestinidad y si Señor Presidente, Usted ha atinado, son los chinos mandarín. ¿Usted ha visto cuantos ticos y ticas trabajan en los súper mercados y los restaurantes chinos? Lo felicito don Rodrigo porque yo no he visto ni aún uno.
Toda, o casi toda, la mano de obra china en este país es nicaragüense, pero no nos contratan porque los chinitos, a quienes amo, sean generosos, ni porque sientan empatía, ni porque pretendan favorecer a los nicas por venimos de una dictadura que es tan cruel y despiadada como la de ellos, no Señor Presidente, lo hacen porque los nicas somos una población sumamente vulnerable, con un status legal que nos da poca confianza de querellarnos ante las instituciones pertinentes, ellos se abusan porque saben que el nica tiene gran necesidad, tiene hambre, allá en Nicaragua hay una familia que mantener, lo hacen porque aquí tenemos que comer, pagar casa y demás gastos bestiales que nos obligan a buscar los explotadores trabajos chinos y de recibir sus salarios miserables desquitándolos nosotros con jornadas laborales extenuantes de doce horas, sin seguro, con derecho a nada y con obligación a todo, trato inhumano, no nos pagan con tarjeta, nos dan un sobrecito para que la Caja no los cace y así un número infinito de abusos que se materializan porque estamos en la total indefensión, Señor Presidente. Esto es solo la punta del iceberg, si su Gobierno hiciera una investigación a fondo verá Usted cuanta pus sale del caso MANDARIN.
Para darle un ejemplo concreto y sin ánimo de ser exhaustivo porque sé de sus múltiples tareas, le diré que conozco de primera mano el caso de mi compatriota el joven Nicolás Medardo López Taleno (dimex 155828609819), perseguido político, intelectual, columnista del diario LA PRENSA y de algunos medios costarricenses, quien por cuatro años fue una víctima silenciosa de todos los abusos que pueda cometer un empleador asiático contra su empleado hispano y que van desde el maltrato psicológico y verbal, bulín, humillaciones hasta pagos ilegales no reportados a la Caja y otros abusos y atropellos que descansan en la paz de un expediente archivado en el Ministerio del Trabajo. Una tímida visita de ese Ministerio a esa fábrica, solo logró que a Nicolás lo echaran y por ladrón, sin ninguna prueba del supuesto hurto, aún peor, no le dijeron que se había robado y a la par de eso, la capataz -una costarricense que disfruta haciendo el trabajo sucio del chino dueño de la fábrica- le dijo al resto de empleados que, si a ese PAYSA le sirven de testigos o se comunicaba con él, los acusarían de cómplices. ¿Qué tal Señor Presidente, cómo la ve desde ay? Ahora el caso del Sr. López se ventila en el Juzgado del Trabajo y a pesar de que el querellante tiene todas las pruebas que soportan su acusación, adivine Usted don Rodrigo ¿quién ganará este Juicio? El derecho de un empleado nicaragüense llega donde comienza el derecho de su empleador, pero el derecho del empleador chino llega hasta donde le dé la bolsa para pagar abogados. Situaciones como la anterior las recibo a diario y a cada rato y yo estoy aquí sin poder hacer nada.
Señor Presidente, es evidente que las instituciones costarricense guardan un silencio cómplice de estos abusos y atropellos, Usted ayúdenos por favor, auxílienos, sálvenos de la crueldad china. Nosotros necesitamos de esos empleos, pero bajo condiciones un poco humanizadas, un copo justas. No queremos nuevas leyes, pero sí que se apliquen las que están, no queremos nuevos ministerios sino la beligerancia e imparcialidad de los que hay.
Dios le ayude Sr. Presidente con su gran tarea y serios desafíos.
Respetuosamente,
César Augusto Bravo Vargas
Exiliando nicaragüense radicado en Costa Rica
cesbravo2505@gmail.com