Carta abierta a Leonardo Garnier

Enrique Gomariz

Enrique Gomáriz

Querido Leo, con todo el aprecio que te tengo -y tal vez precisamente por eso- creo que debo hablarte francamente de un socialdemocrata a otro. Te pude mirar en la noche electoral, subido en la plataforma del candidato ganador, Carlos Alvarado, muy sonriente, demasiado sonriente. Y no me gustó.

Como imaginarás, he seguido como observador las dos fases de esta campaña electoral y me he mantenido en silencio. Apenas he escrito un par de artículos para la prensa española. Claro, mi observación no es tan apasionada como la tuya, que procede de alguien que ha participado activamente sobre todo en esta segunda vuelta.

Pues bien, ya ha pasado la elección y ahora toca, como dirían los clásicos, hacer balance y delinear perspectivas. Y mi balance de este proceso electoral no parece ser tan feliz como el tuyo. Desde luego, como socialdemocrata me alegro de que haya ganado quien está más próximo a esta forma de ver la realidad y, de hecho, estoy rodeado de gente próxima y familiar que ha votado por Carlos. Pero, como te digo, creo que he visto en estas elecciones cosas que no son para nada edificantes.

En primer lugar, como demócrata, entiendo que este sistema político tiene dos funciones principales respecto de la ciudadanía. La primera elegir, escoger la opción que parece más preparada para presidir el país. Pero la segunda no es menos importante: premiar o castigar a una opción política que ha desarrollado una acción de gobierno. Pues bien, estimado, no estoy seguro de que esta función se haya cumplido en estas elecciones a cabalidad. El gobierno saliente, de mi buen amigo Luis Guillermo, no tuvo precisamente un final glorioso. Lo lógico hubiera sido -como lo fue al comienzo de la campaña- que la ciudadanía castigara esa fuerza política. No importa reconocer con precisión por qué no lo hizo, la cuestión sustantiva es que la segunda función principal de las elecciones no pudo manifestarse. Y eso no puede ser motivo de alegría. Premiar a una fuerza política que hizo una mala gestión, independiente del cambio de candidato, no muestra lo que debería ser el funcionamiento normal de una democracia.

El otro asunto que me ha preocupado guarda relación con el recambio generacional. En las últimas semanas, la basura que suele aparecer en las redes sociales, principalmente impulsada por gente joven, ha sido contraria a cualquier criterio de respeto humano. No se cuanto habrá contribuido esta barbaridad a la victoria de Carlos, pero si así fuera me parece derechamente inasumible. Y no rechazar profundamente esa manera de comunicación es un muy mal referente para la gente joven. ¿Esa es su entrada a participar en política? Pues no es muy halagüeña para la Costa Rica del Bicentenario.

La otra cosa que tampoco me pareció edificante fue la disrelación entre el franeleo de los candidatos y el combate sucio de sus respectivos perros de la guerra electoral. Esa hipocresía social, tan conocida en el país, adquirió en esta oportunidad dimensiones exageradas.

En fin Leo, podría seguir enumerando cosas que no se compatibilizan bien con la supuesta fiesta electoral democrática. Por ello, creo que harías una contribución valiosa si iniciaras un balance serio de este proceso electoral y de la situación política general, que dado la composición parlamentaria no pinta fácil para la Presidencia. Fue en esta perspectiva que me pareció que exhibiste un exceso de alegría celebratoria. Incluso sobre la tarima ¿no podías mantener esa actitud mas seria, como, por ejemplo, mantuvo Piza? ¿Era necesaria tanta celebración para alguien que sigue vistiendo de verde liberacionista? Se supone que se justifica tu apoyo al PAC, frente a Restauración Nacional, pero tanta celebración no parece estar acorde con algún tipo de renovación del liberacionismo. Digo, siempre pensando en términos verdaderamente socialdemocratas.

Un abrazo,
Enrique

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Un comentario

  1. Enrique hace una respetuosa a la vez que firme y profunda observación a mi también buen amigo Leonardo Garnier de quién espero que la tome con sabiduría y humildad.
    Un saludo fraternal para ambos.
    JLD

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