Carta a Rosario Murillo

Rosario Murillo

A Rosario Murillo, con cariño, de Fabian Medina

Doña Rosario, me dirijo a usted porque Daniel Ortega, dictador que en teoría controla Nicaragua, está ausente y las pocas veces que ha aparecido en televisión luce desorientado, como si estuviese ya en otro mundo, no sé si por la edad, por enfermedad o por la medicación que recibe. Queda la impresión que él ya no decide nada y, en cambio, cada decisión que toma el gobierno, lleva su imperdible sello. Por la forma como maneja el gobierno, usted ha adquirido un poder de vida o muerte sobre muchos de nosotros. Las decisiones que ha tomado y las que tomará tendrán consecuencias determinantes en nuestro futuro y deberá responder por ellas. Por eso, es a usted a quien me dirijo.

Mala hora

Nicaragua vive sus horas más tristes. La muerte se pasea con su guadaña siniestra por las calles y caminos del país. Cada día sabemos de conocidos, amigos, familiares que mueren en una cascada de dolor que no llegamos a imaginarnos. ¿Usted ha llorado a alguien? Y dicen que falta la peor. ¿Ha perdido a alguien cercano ya, señora?

¿Cuántas veces al día está dando el pésame en estos tiempos duros? ¿Se ha detenido a pensar en cuál es su responsabilidad en esta tragedia?

Responsabilidades

Yo no puedo responsabilizar a su gobierno porque el Covid-19 haya llegado a Nicaragua. El virus iba a llegar estuviesen ustedes, un gobierno liberal o uno azul y blanco en el poder. Esto no es un asunto de revolucionarios, sandinistas o golpistas.

De lo que sí es usted responsable, es de la respuesta que su gobierno ha dado a la amenaza y a la presencia de la peste en Nicaragua. Desde hace cinco meses se tocaron las alarmas en el mundo y cada país se fue preparando según sus propias realidades para lo que se venía. No es algo imprevisto, como usted ha dicho.

Contagios

Su gobierno no solo no tomó las previsiones que el sentido común y la experiencia de otros países indicaban, sino que comenzó a fanfarronear con que aquí se tenía uno de los mejores sistemas de salud del planeta, y a promover, para sorpresa del mundo, los contagios. Dígame, ¿cuál era el propósito de hacer marchas como aquella del “Amor en tiempos del Covid” que usted promovió cuando el mundo llamaba al distanciamiento físico? No es casualidad que muchos de los que participaron en estas actividades creyendo en su palabra hayan sido de los primeros en caer contagiados.

Errores fatales

Su gobierno, reconózcalo al menos, minimizó la amenaza. Todos recordamos al diputado Edwin Castro burlándose alegremente de otro diputado opositor porque usaba mascarilla en el parlamento. Otro de sus periodistas fieles decía que esta era una “enfermedad de ricos”. Conozco muchos trabajadores de hospitales públicos que aseguran que hasta hace poco les prohibían usar mascarillas “para no crear alarma”. Y, en una disparatada retorica, atribuyeron las demandas de previsiones a una campaña “golpista” de las que tanto les gusta victimizarse. Ahora salen con que Nicaragua seguía el modelo sueco. ¡Que disparate! De sueco, su modelo, doña Rosario, solo tiene “el hacerse”, como decimos en Nicaragua.

Noticias falsas

Usted personalmente estableció una política de información malvada. No solo porque miente cada día sobre la situación, sino porque etiquetó como “noticia falsa” todo lo que la contradijera, amenazando incluso con procesar a quienes dijeran lo que usted no quería que se dijese, la verdad, sobre todo. En otras palabras, si usted dice que “2 más 2 es igual a 5” eso debe ser la verdad para sus jueces, mientras “2 más 2 igual a 4” se convierte, por contradecirla, en una “fake new” a castigar. Las matemáticas, sin embargo, han sido su peor enemigo, doña Rosario. No se dejan manipular. Cada vez la veo más en problemas para cuadrar los números a la realidad que quiere vendernos.
Sepultureros

Si algo hizo bien, fue organizar un ejército de enterradores y borradores de huella. Es que esas son las especialidades de regímenes como el suyo. Por eso, creo, no hemos visto tanto cadáveres insepultos en las calles, como sucedió en Ecuador. Y ojalá no lleguemos a verlos.

Equipo Covid

Ya para terminar, si algo de cordura queda en su gobierno, acepte que se equivocó. Todavía está a tiempo de evitar una mayor mortandad. Deje de seguir promoviendo los contagios, apoye el quedarse en casa para quien pueda, estimule el uso de precauciones, deje entrar a las autoridades de la Organización Panamericana de la Salud para que apoyen a salir de esta, informe con veracidad, haga exámenes Covid, deje que los hagan los hospitales privados… En fin, deje de ir en dirección contraria porque hasta ahora, pareciera que usted y su gobierno están en el equipo del Covid-19 y no contra él.
Y eso lo estamos pagando con centenares de muertos.

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