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Por Jon Kokura
El soldado israelí Omer Shem Tov (22 años ) al momento de su liberación besó en la frente a dos miembros de Hamas.
En una secuencia de treinta segundos Omer besa a los dos milicianos de Hamas que se encontraban a su izquierda.
El lenguaje corporal de Omer Shem Tov indica claramente que no fue una acción forzada. (vea el vídeo, está en Youtube, por ahora)
Acción sugerida por Hamas quizás. Impregnada de síndrome de Estocolmo tal vez.
Pero obligada a punta de fusil, eso no ocurrió.
Si algo iba a enfurecer a los israelíes mata niños es que uno de sus soldados besara a un palestino.
Y Omer Shem Tov besó a dos. En Oriente besar en la frente es señal de respeto, afecto y amistad.
Es posible que de este largo e injustificado cautiverio Omer, charlando con sus captores aprendió del sufrimiento y martirio del pueblo palestino.
De todo lo que Israel les ha quitado y la franja de tierra ensangrentada que les ha dejado.
Por ahí, y ojalá así sea, ya no piense como el genocida Benjamín Netanyahu y su plan de «limpieza étnica» en la Franja de Gaza y Cisjordania.
No piense como la diputada israelí Ayelet Shaked (49 años) de que hay que matar a todas las mujeres palestinas o apuñalarlas en el bajo vientre para que nunca se puedan embarazar.
O como el embajador israelí Dan Gillerman (81 años) que afirma que los palestinos son animales horribles, criaturas no-humanas.
O como Bezael Yoel Smotrich (44 años) Ministro de Economía de Israel, que pidió matar de hambre y sed a todos los palestinos que sobreviven en Gaza.
O como Sergio Pikholtz, vicepresidente de la DAIA (Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas) que dijo que había que matar a todos los palestinos y tener un poco, pero sólo un poco de compasión por los menores de cuatro años.
Quizás el joven Omer Shem Tov aprendió que los palestinos sólo quieren vivir en paz y en su tierra.
Por eso el beso.
Por eso la furia de Israel.
