Aun sin Trump, el Partido Republicano sigue siendo de Trump

Harold Meyerson

Trump

Aun sin Donald Trump de pilar principal del debate republicano de anoche en Fox News, su espíritu contaminó el ambiente. Los chivos expiatorios, las teorías paranoicas, los errores de hecho y la indiferencia moral que han caracterizado la carrera de Trump continuaron alegremente sin él. El miedo a ofender a la secta de Trump, que constituye hoy las bases de los republicanos, dominó la actuación de sus rivales. Cuando se les preguntó si le apoyarían como candidato del partido, aunque fuera condenado por los delitos que se le imputan, levantaron la mano todos ellos, menos el ex gobernador de Arkansas Asa Hutchinson (que parece presentarse porque no tiene nada mejor que hacer). Hasta Chris Christie, ese tipo duro, levantó la suya, aunque a medias y tarde, para explicarlo luego como un gesto para reorientar el diálogo.

Así transcurrió la velada. Los candidatos que hablaban de restaurar la fe en la justicia estadounidense, de reafirmar los fundamentos de la moral cristiana, se sintieron obligados a darle un pase a Trump. No fue el único momento de la noche en el que cundió el «¿Me contradigo? ¡Sí!». Los candidatos que hablaban de reforzar la policía del país y sus operaciones de inteligencia contra los cárteles de la droga exigían también la disolución del FBI. Los candidatos que ensalzaban tanto los derechos como la sabiduría de los 50 estados exigían la prohibición del aborto a escala, para que no siga produciéndose en California, Nueva York e Illinois.

Las evasivas fueron todavía más destacadas que las contradicciones. Cuando se les preguntó si creían que el cambio climático lo provocaba la acción humana, ninguno levantó la mano para señalar que sí. A continuación, fueron varios los que culparon a China y la India de la decadencia del planeta por su dependencia de la quema de carbón, pero, de alguna manera, eso no significaba que la acción humana como tal fuera la culpable (al parecer, el carbón se quema solo en Asia).

La bujía de la noche fue Vivek Ramaswamy, que combinó la indiferencia epistémica de un deportista de choque con la pátina de una educación de Harvard y la velocidad verbal de un subastador. Nadie le pisa tanto los talones a Trump como Ramaswamy, el cual, al igual que su mentor, exagera los malentendidos llenos de rabia de las bases del MAGA [“Engrandecer a Norteamérica de nuevo”, lema trumpista] para demostrar que él es uno de ellos, sólo que más elocuente. Nadie más en el escenario fue tan lejos como para denominar «fraude» al cambio climático, para desestimar las evidentes reivindicaciones morales de Ucrania (por lo que Nikki Haley le tomó la palabra tan eficazmente que hasta los aislacionistas del America First presentes en la sala quedaron en silencio). Si este hubiera sido el Partido Republicano anterior a Trump, Haley habría ganado no sólo la velada, sino también un claro salto en las encuestas. Pero no lo es, y probablemente no lo ganó.

Casi todos los candidatos de verdad (una descripción que no puede aplicarse a Hutchinson o al gobernador de Dakota del Norte, Doug Burgum) mantuvieron un tira y afloja con Ramaswamy, con la notable excepción del candidato cuyos ataques preparados contra Ramaswamy se habían filtrado a la prensa: Ron DeSantis. De hecho, DeSantis optó por no mezclarse con nadie más que, muy brevemente, con los moderadores de Fox. Mientras Haley, Christie y Mike Pence reventaban de furia ante la hipocresía de Ramaswamy, DeSantis parecía extrañamente distante. Es posible que le hayan dicho que, como todo el mundo le ve como un pitbull de mal humor, debería evitar indignados intercambios dialécticos o, si no, puede que carezca sencillamente de la espontaneidad necesaria para salirse del guión. Pocas veces hemos visto un debate presidencial en el que el contendiente favorito -bueno, el líder en segundo lugar y cogido por los pelos de este pelotón en el que no está Trump- haya pasado tan completamente a un segundo plano.

La noche ciertamente no le hizo ningún favor a DeSantis, pero es difícil esperar que pueda remontar cualquiera de los demás candidatos hasta el punto de hacer disminuir la abrumadora ventaja de Trump. Hasta que Ramaswamy se desvió hacia negaciones de la realidad tan flagrantes que ofendieron incluso al público MAGAnauta, fue el candidato más aplaudido por el público (y no sólo por la facción Vivek [Ramaswamy]). En ausencia de Trump, fue quien más se acercó a expresar su rabia sin mediaciones. Puede que DeSantis exprese su furia contra lo “woke” [lo “políticamente correcto”], sea lo que sea, pero Vivek, como Trump, la vomita (al fin y al cabo, escribió un libro titulado Woke, Inc.) En varios momentos, la multitud desató esa furia contra Pence y Christie, hasta el punto de que el moderador Bret Baier tuvo que dirigirse al público y pedirles que se callaran.

A los artistas del odio, a los tipos que echan chispas prometiendo vengarse de quienes detestan es a quienes los republicanos de hoy en día quieren poner en el poder. Habrían encajado perfectamente en las concentraciones [nazis] de Nuremberg.

Harold Meyerson veterano periodista de la revista The American Prospect, de la que fue director, ofició durante varios años de columnista del diario The Washington Post. Considerado por la revista The Atlantic Monthly como uno de los cincuenta comentaristas más influyentes de Norteamérica, Meyerson pertenece a los Democratic Socialists of America, de cuyo Comité Político Nacional fue vicepresidente.

Fuente: The American Prospect, 24 de agosto de 2023

Traducción: Lucas Antón

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