Aterricemos las decisiones

Circunloquio

Yayo Vicente

Yayo Vicente

Cada día me cuesta más comprender algunas decisiones, desde siempre se me ha complicado la lógica femenina (que no es lo mismo que decir de las mujeres), al principio de mis mayores (ahora de mis menores), después las de otras culturas y se me dificulta mucho las de algunas subculturas. Hace pocas décadas existían grupos hegemónicos, sin importar un comino las minorías, ellos tomaban las decisiones para todos. ¡PUNTO!

El presidente de la República era el gamonal de los gamonales. En una Costa Rica donde todos eran campesinos o la vida giraba alrededor de la producción del campo, el colectivo predominante era claro y evidente. Difícil tomar una decisión a contrapelo del grupo dominante, primero por ser políticamente incorrecta y en segundo lugar porque quienes decidían eran los mismos campesinos o con una relación muy cercana. Hasta los más emperifollados, hacían contacto con esa realidad nacional.

Existen locos, soñadores y embarcadores. Muchas decisiones de futuro no fueron del agrado de la mayoría y provocaron gran repudio: la guerra de 1856, la construcción del ferrocarril al Caribe primero y a Puntarenas después, la abolición del ejército, la nacionalización de los depósitos, la creación de la Facultad de Medicina, la apertura comercial, el nuevo (y horrible por fuera) edificio para la Asamblea Legislativa. Las decisiones disruptivas son siempre una excepción, algo extraordinario y salido de lo esperado.

Democracia

La democracia es entre otras cosas, un procedimiento para tomar decisiones. Paradójicamente funciona bien cuando el grupo perdedor acepta el resultado y se somete a los acordado por la mayoría. ¡Toda una disciplina! Tiene por supuesto desventajas: es lento, engorroso, costoso y el árbitro debe merecer toda la confianza. Además, el votante no siempre se interesa por informarse y los líderes dan argumentos confusos. Nos ocurrió con el referéndum al TLC entre Centroamérica, Dominicana y los Estados Unidos, cuando el “SÍ” nos amenazó con un apocalipsis y nos sedujo con un paraíso, mientras el “NO”, amenazaba con la desertificación del país y la pérdida de cualquier rescoldo de soberanía.

Tal vez por eso no se utiliza el voto de todos los ciudadanos cada vez que el país se encuentra en una disyuntiva y más bien se le otorgan poderes a algunas personas para que tomen el camino más conveniente, eso también se hace en empresas privadas grandes.

La delegación resuelve, pero para evitar abusos, se ponen controles y procedimientos que vuelven a desacelerar la puesta en marcha de lo decidido. No siempre es perjudicial “esperar que se aclaren los nublados del día”, puede en más de una ocasión ser prudente no precipitarse. En otras nos deja el tren y quedamos parados en una estación que no se mueve.

Los cambios durante buena parte del tiempo humano, duraban siglos, de pronto comenzaron a durar décadas, luego años, ahora meses y pronto días. En mucha actividad ya no se toman el tiempo de patentar, pues saben que el producto sustituto será mejor, más apreciado y saldrá antes que la patente sea aprobada. La obsolescencia ya no se programa, en poco tiempo un aparato funcionando se envía a la basura, porque se prefiere el modelo nuevo.

Ese ritmo no sucede solo con productos tecnológicos, también con prendas, destinos turísticos, arte, semillas mejoradas, intervenciones médicas y hasta discursos políticos. Esa velocidad desenfrenada choca hasta con nuestra propia fisiología y nuestra humanidad. No es posible un día donde el descanso, la conversación, la meditación, no tienen espacio. El emparejamiento es un acto descartable, los amigos y compañeros de infancia, se pierden por décadas, las fotos familiares dejaron de ser un acto importante, para tener tantas, que Google y sus algoritmos nos recuerdan algunos momentos.

La democracia es un sistema L E N T O y no se ajusta a la velocidad con la que queremos desperdiciar la vida. Winston Churchill nos recuerda que: “la democracia es el peor sistema de gobierno, a excepción de todos los demás que se han inventado”; esto nos obliga a todos los que queremos vivir en libertad y prosperidad, a trabajar colectivamente, a respetar los tiempos del mejor sistema de gobierno inventado. No debemos acelerar la democracia, es necesario encontrar la manera de desacelerarnos nosotros.

Decisiones desde la Torre de Marfil

Las sociedades modernas son como un espejo partido en miles de pedacitos. Cada uno reflejando una parte, una particular realidad. El reto cada vez más apremiante, consiste en que el político o el burócrata decida poniéndose en lo zapatos del afectado con la medida o con los plazos adecuados para ajustarse al nuevo contexto. Idealmente participando en la nueva medida a los afectados, los estudios técnicos y no conejos salidos del sombrero del mago.

Muchos ejemplos podemos citar para mejor explicarnos:

PARADITAS DE BUSES: quienes las diseñan parece no utilizan el servicio. Vivimos en el paralelo diez, un país tropical donde llueve más en una época y en verano cae de vez en cuando un aguacero. En nuestro trópico húmedo llueve once meses y el doceavo es temporal. Llueve de arriba hacia abajo, como en casi todas partes y como llueve con viento y gotas enormes, también llueve de abajo hacia arriba y por los lados.

No enseñaron a hacer fila para abordar el autobús, todos con paraguas o sombrillas y con la destreza para que no les saquen los ojos, otros se defienden con (como si fuera posible), de la empapada con cualquier cosa improvisada. Quien subió al autobús medio seco, los paraguas, sombrillas, paquetes y bolsas chorreando, se encargan de recordarle que llueve escandalosamente cada tarde.

Los cuatro asientos en las paraditas diseñadas para climas desérticos, son para personas atléticas, un viejito se sienta ahí y no se puede levantar.

No hablemos de las paradas que existen en las partes altas y frías, donde el pasajero espera medio congelado y debe abordar en la inclemencia para entrar titiritando y a punto de un choque térmico.

¿Por qué el bus no puede entrar debajo de un techo? ¿Por qué la gente no puede esperar en un lugar seco y decente? ¿Será que el diseño lo patrocinan quienes venden antigripales? ¿Somos incapaces de adaptar y solo adoptamos para no pensar?

CARROS ELÉCTRICOS: Coherentes con la Costa Rica verde y amiga del ambiente, estimulamos el uso de vehículos eléctricos, mil ventajas, cero emisiones y sus dueños ríen cada vez que suben los precios de los combustibles fósiles. Seamos sinceros, no fuimos los primeros en meternos en esa aventura y parece que no vimos algunos detalles o no oímos a los técnicos que estudiaron lo sucedido en otros países. Optamos por aprender nosotros mismos y no de lo sucedido en los países que se nos adelantaron.

En Costa Rica, legalmente no se puede vender electricidad al menudeo, lo que es un inconveniente para que cualquiera ponga una electrolinera. Los distintos fabricantes tienen sus propios diseños de tomas, enchufes y voltaje, por lo que, al no haber exigido un estándar, se complica construir una red de electrolineras que les sirva a todas las marcas. Los carros eléctricos son más pesados que los de combustión interna, pero no hemos actualizado la normativa de construcción para parqueos de varios niveles.

¿Qué nos impide pensar o anticipar problemas? ¿Por qué esperar hasta que los problemas sean enormes y difíciles de resolver?

Basura electrónica

La Unión Europea está estandarizando tecnología para promover una mejor competencia, disminuir gastos innecesarios al consumidor y bajar la cantidad de basura electrónica. Por ejemplo, los cargadores de los teléfonos celulares. ¿Será tan difícil seguir sus pasos?

Finalmente

No se ocupa que los políticos se conviertan en adivinadores, se requiere que oigan a los usuarios y a los técnicos. Me rasco la cabeza cuando oigo a un agricultor de arroz arruinado de un año a otro por una política pública tomada sin considerar el reflejo de ese pedacito de espejo. Me desconcierta la respuesta del vicepresidente Stephan Brunner cuando no se pone en los zapatos de quienes están afectados por el tipo de cambio.

El caficultor está dejando de percibir US$ 25,00 por fanega, fincas bananeras cerrando y esos trabajadores no tienen las destrezas para irse a trabajar a un “Call Center”. No conviene normar aspectos de la población LGTB+, sin oír sus anhelos y preocupaciones, a las mujeres y sus obstáculos, lo mismo con los taxistas, los cruzrojistas, los investigadores, educadores, limpiabotas, choferes de autobús. Somos ya un rejuntado de minorías y las políticas públicas repercuten en las personas y el gobierno trabaja y decide para el beneficie de la gente.

Los sistemas eléctricos se aterrizan para limitar los voltajes debido a rayos, frentes de onda o contacto no intencional con líneas de voltaje más alto que el del sistema de la casa, esto hace que se estabilice el voltaje a tierra durante la operación normal. En política pública también es necesario “aterrizar”, abandonar la Torre de Marfil y anticipar lo que sucederá a la gente de carne y hueso, que trabaja honestamente y quiere vivir en paz y felices.

CIRCUNLOQUIO. Viene del latín circumloquium. El Diccionario de Real Academia Española lo define como: “Rodeo de palabras para dar a entender algo que hubiera podido expresarse más brevemente”.

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