Pizarrón
Vladimir de la Cruz
vladimirdelacruz@hotmail.com
Perteneció a ese grupo selecto de periodistas como Adolfo Herrera García, “Fofa” y Miguel Agüero, “El Machaco”, que tenía espacios similares en los medios de comunicación, complementando en este campo a esos extraordinarios caricaturistas políticos como Hugo Díaz y Zeledón, entre otros.
De Álvaro especialmente me gustaba su “diccionario tridimensional” con el que jugaba con el idioma, con las palabras, para hacernos “pensar” o reír.
Después entablé contacto con él cuando empecé a participar activamente en la política, como candidato presidencial de Fuerza Democrática, y cuando él impulsó un Programa de entrevistas y conversaciones, “Alto Contraste”, en el gobierno de Abel Pacheco, con un joven periodista, que hacía sus primeras armas bajo su amparo, Camilo Rodríguez, al cual me invitaron pocas veces.
La primera vez lo sentí, a Álvaro, tenso conmigo, yo representaba para él la izquierda política que el había combatido y criticado por años, él para mí la derecha política, no tanto por él mismo sino también por sus diversos compañeros de escritura en sus páginas de humor y sátira periodista. De esos programas empezamos a tejer una amistad, poco a poco, con gran respeto. Terminamos grandes amigos.
Después le seguí, cada vez que podía, en el Programa radiofónico “Así es la cosa”, cuando lo hacía con Guillermo Villegas Hoffmeister y Alberto Cañas Escalante, su primo. Sabía que él era del Barrio Luján, que también fue mi barrio de adolescente y colegial, y de inicios de la Universidad, Barrio que también lo era de Fernando Durán Ayanegui. Esto nos permitía muchas veces en el Programa Así es la cosa rememorar el Barrio Luján y contar vivencias y anécdotas del mismo escenario.
Admiraba su memoria privilegiada, su conocimiento con detalles de eventos en los que había participado, en el país como fuera de Costa Rica.
Fue personaje de la prensa escrita, de la radio y de la televisión. Escritor, poeta. Esto lo llevó a formar parte de la Primera Junta Directiva de la Asociación de Autores, Escritores y Artistas de Costa Rica, en ese momento compartiendo silla con Carlos Luis Fallas, a inicios de la década de 1960.
En los 80´s me tocó compartir silla, como Fiscal, de esa Asociación, con Fernando Durán Ayanegui, a quien ya conocía por haber sido él un dirigente estudiantil, a finales de la década de 1960, de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Costa Rica, en la que yo me desempeñaba ya como dirigente del Frente de Acción Universitaria, desde 1966, cuando lo fundamos, y él representaba a la Federación en Holanda, en la Conferencia Internacional de Estudiantes, organización internacional alterna a la Unión Internacional de Estudiantes, que tenía sede en Praga, y a la cual se integró la Federación en 1968, cuando viajamos a Praga, con ese objetivo, el entonces Presidente de la Federación, Jorge Gutiérrez y yo. A Fernando le seguí ya en su vida académica, y le apoyé en sus candidaturas rectorales.
Álvaro Fernández hacía su vida de periodista. A parte de la prensa escrita durante 22 años dirigió el Programa Alto Contraste, que lo tuvo en Repretel y en Canal 13. Mantuvo una columna periodística, que la considera “sin importancia”, en el Periódico La Nación, escrita con el seudónimo de PZ, que muchas veces enfrentó a los comunistas y recibió sus respuestas de Adolfo Herrera García, desde su “Columna “Subversiva”. Igualmente mantuvo su página humorística “La Piapia” y “La Purruja”, por bastante tiempo. También hizo comentarios, “Desde mi ventana”, en Canal 9.
Él fue un activista de los medios de comunicación: desarrolló la sátira periodística, la crítica humorística de tipo político siempre con gran respeto a los eventos y personas tratados. Para mí, en lo personal, fue una clase de educador —en el buen sentido de la palabra— en el campo del periodismo radial y el periodismo televisivo, al cual me vinculé con él pues era un experto en eso y contribuyó, en el caso mío, a fortalecer parte de mis áreas en las que yo también colaboro con los medios de comunicación.
Álvaro tuvo una vida pública y política intensa. Fue Embajador de Costa Rica en Honduras y también en Colombia, además tuvo otros cargos diplomáticos en países como El Salvador. Asimismo, fue Secretario General en la Organización de Estados Centroamericanos (Odeca) entre 1972 y 1973; y gerente de la Naviera Multinacional del Caribe.
Fue miembro del Partido Liberación Nacional (PLN), amigo muy cercano de José Figueres Ferrer y Daniel Oduber, pero respetado por el expresidente Mario Echandi, y miembros del Partido Unidad Social Cristiana (PUSC), que se contaron entre sus grandes amigos, y quienes le confiaron también tareas y misiones diplomáticas.
Sus primeras incursiones en política fue de joven, cuando se vinculó al Centro de Estudios para los Problemas Nacionales, que dirigía Rodrigo Facio, siendo parte también de la Juventud Universitaria Cívico Unionista, organización socialdemócrata de ese momento, y donde se desarrollaba su generación de amigos, de juventud y luego de vida política. Luego fue en la muerte de León Cortés, cuando se vinculó al ulatismo y el figuerismo, que lo llevó a los sucesos de 1948 sin haber participado activamente en la Guerra de marzo y abril. Entró en el Desfile de la Victoria a San José, con sus amigos Alberto Martén y el Padre Benjamín Núñez. Durante los sucesos del Cardonazo se desempeño a cargo de un mortero. En su familia hubo también calderonistas, como había ulatistas y figueristas.
Cuando Figueres impulsó el periódico La República, allí empezó parte de su experiencias periodísticas. Ricardo “Cacayo” Castro de La Nación también le dio espacio. A los 21 años se casó con Alma Peña, colombiana, quien le sobrevive, con tuvo dos hijos, Álvaro y Gustavo, que le han dado cinco nietos, tres mujeres y dos varones, quienes han sido, como núcleo familiar sus mejores tesoros, sus bienes más queridos, la luz de sus ojos.
En la década del 50 empezó también tempranamente a desempeñarse en puestos diplomáticos y del Servicio Exterior.
Fue diplomático por mucho tiempo, en muchos organismos internacionales, que lo proyectaron a los distintos escenarios, incluidos los europeos. En la Feria Mundial de Nueva York estuvo a cargo del Pabellón de Centroamérica y Panamá. Era un hombre del mundo, en el buen sentido de la palabra, y había recorrido muchos países. Pero esa vida de diplomático le había dado también mucha sensibilidad para ver situaciones en diferentes partes y tratarlas con amenidad, con humor y con sátira cuando veía que podía tratar de esa manera, pero también con análisis serio cuando a él le correspondía hacerlo en sus programas periodísticos.
En Repretel llegó a ser parte de su Junta Directiva, sitio donde le gustaba estar por las mañanas en su Oficina.
Fue un hombre bueno, extremadamente bondadoso, siempre con una sonrisa y que cuando se reía daban ganas de reírse, con una risa altamente contagiosa. Era fraternal, ameno, amigo en el buen sentido de la palabra, abierto no sólo en lo personal, si no en su hogar y tenía muchas cualidades humanas. Álvaro Fernández es un personaje que el periodismo nacional le debe mucho. el Colegio de Periodistas debería hacerle un homenaje.
Acicalado, pulcro, de vestir con elegancia muy típica de él, con esbelta figura, siempre de saco y corbata, a veces con chaleco y tirantes, siempre con sombrero, corbata armónica con su saco, y pañuelito en el saco, eran los elementos que le distinguían. Sus últimos años se hacía acompañar de un bastón.
Era simpático en lo persona, de gran conversación y ameno en su charla, siempre con elementos sorpresa, muy querido por quienes le trataban en su relación personal como laboral.
Cargaba cualquier cantidad de anécdotas que le había tocado vivir, lo que hacía más rica su conversación.
En el buen sentido fue un gran educador, de quienes se relacionaron profesionalmente con él, en el periodismo, como por los programas de radio y de televisión en que participaba. Su objetivo llevar cultura, conocimiento a quienes le escuchaban o veían. Abierto en su conocimiento lo ponía al servicio de sus televidentes y radioescuchas. La Nación, La República y la Prensa Libre fueron sus hogares de la periodismo escrito, Canal 6, Canal 9 y Canal 13 de televisión y radio Monumental de su periodismo radia..
Nació un 14 de Julio con los aires de la revolución Francesa y casi fallece bajo las trompetas de la Comuna de París, que está por cumplir su 150 aniversario.
Su vida giró en el periodismo escrito, radial y televisivo, como escritor, poeta y diplomático. En radio Monumental y Canal 6 en los últimos años se realizó en el Programa Así es la cosa, donde le acompañaron Guillermo Villegas, Alberto Cañas, Fernando Durán y Vladimir de la Cruz.
Manejó su automóvil casi hasta los 88 años. Sus nietas o nieto lo llevaban al final a la radio. El último año también yo lo llevaba a la radio. Al regreso a su casa lo alternábamos Fernando Durán o yo, gran y riquísima experiencia por su amena conversación.
Profesionalmente quiso se médico, lo que no pudo por razones económicas de su época. Fue abogado y economista. Hizo estudios en la Universidad de Costa Rica, la del rosario en Colombia y en Georgetown en Estados Unidos.
Sus últimos años pasó peleando en la Sala IV su derecho de jubilado que se lo habían disminuido bárbaramente, sin que le dieran la razón.
De memoria prodigiosa, que cultivó desde que niño, infante, aprendió a leer. Limón donde vivió de niño, San José donde estudió y el Colegio Omar Dengo, donde se cultivó de adolescente, estudiando de noche mientras trabajaba de día. Así se formó Álvaro Fernández Escalante.
Como ser humano fue bondadoso, maravilloso, culto, simpático, agradable, llano, conservador en muchos aspectos pero siempre con mente abierta, un auténtico demócrata, de cultura enciclopédica, buen amigo. Un caballero en su trato, con gran don de gentes.
Sin lugar a dudas, para mí, una gran pérdida para el país, su cultura y el periodismo nacional.
El Colegio de Periodistas debería, en su momento, hacer un acto en su recuerdo.