Enemigo de las medicinas de patente, es en cambio el gran amigo de la buena alimentación y de la higiene.
A su consultorio acercose un campesino de apartada región del país para que lo examinara y tratara. Sufría de molestias estomacales.
Después de examinarlo, el Doctor le dijo:
—»Tome esta receta y llévela a preparar a la botica. Y no se olvide de tomar una botella de leche todos los días».
Al tiempo, el campesino regresa al consultorio de su médico, y muy contento le dice:
—»Doctor Peña: vengo a darle las gracias. Con «doce reales» me curé. (Los «doce reales» fueron el valor de la receta).
Entonces, el médico, sonriendo maliciosamente, le replica a su paciente:
—»Le agradezco su reconocimiento, pero a veces nosotros los médicos ganamos indulgencias con penitencias ajenas. Lo que lo
curado a usted no fué la receta: FUE LA BOTELLA DE LECHE»…