Una tarde, en un café, el Doctor Quirós se dio a la tarea de curiosear los billetes que había comprado; deseaba cerciorarse cuáles eran los premios en efectivo y a cuánto montaban. Pero cuál no sería la sorpresa al ver que el primer premio consistía en un hermoso caballo de raza fina y de carrera…
Uno de sus compañeros, estudiante también, al ver la cara de tristeza que puso el médico alienista al terminar de leer el plan del sorteo de la lotería, le pregunta:
—»¿Qué te pasa, Fernando, que estás poniendo una cara tristona?».
Y el Doctor Quirós Madrigal no tardó en contestar:
—»Nada, hijo. Que si pegamos el «gordo», o le pedimos una beca al Gobierno de Costa Rica, O TENDREMOS QUE COMERNOS EL CABALLO».