Anecdotario Nacional

Anecdotario Nacional

UN día que don Luis Cartín González, Director del diario «La Verdad», se hallaba emborronando sus viriles cuar­tillas en la redacción, irrumpió de pronto en ella el poeta desaparecido, don José María Zeledón (Billo), que con un gesto romántico, propio de arrojado y consecuente caballero, le puso en la mesa unas hojas.

—»Es un artículo bravo contra los Tinoco; a ver si lo publica usted, don Luis».

Y sonrió suavemente Billo. Don Luis se revolvió inquieto en su sillón, saludó al poeta que se iba, y cuando éste había desapa­recido de la redacción, leyó el terrible artículo contra el Gobierno y llamando a un cajista, lo dio a levantar.

Cerca de un mes estuvo Billo Zeledón, descontento y patriota, metido en el cepo. Y cuando se le sacó del inmundo lugar a donde se le había tenido, dio un suspiro de satisfacción. Es noble la pro­testa, pero es dulce la libertad. Respiró a pleno pulmón el aire ma­tinal e iba a retirarse cuando se abrió la puerta de la Penitenciaría y con sorpresa vio salir a don Luis Cartín González. El noble pe­riodista traía su rostro pálido y apurado de barba.

—»¿De dónde diablos sale usted, don Luis?».

—»DEL CEPO, COMO USTED, SEÑOR ZELEDON. ¿NO SABE QUE EL EDITOR ES RESPONSABLE POR LOS AR­TICULOS DE SU PERIODICO?».

Y por un rato ambos periodistas permanecieron silenciosos, mientras algunos amigos se acercaban a saludarlos.

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