El Licenciado Venegas García tenía para alquilar bestias de raza fina. A su caballeriza tenía por costumbre montar y desmontar Monseñor Enrique Kern, entonces cura párroco del pueblo de Alajuelita, provincia de San José.
En una oportunidad, y encontrándose el señor Venegas conversando con su gran amigo y colega, el Licenciado don Ricardo Pacheco Marchena, que fuera abogado jefe de la Compañía Bananera de Costa Rica y de la United Fruit Company, entró a la caballeriza Monseñor Kern a desmontar de su caballo.
El Licenciado Venegas García, al verlo tan robusto y tan sanote, le dijo:
—»Monseñor Kern: ¿POR QUE NO NOS DEJA COMO SEMILLA UNOS CUANTOS HIJOS?»…