Se discutía por la prensa un proyecto de ley sometido por el Poder Ejecutivo al Congreso de la República, tendiente a que fueran los empleados públicos los que, mensualmente y con un porcentaje muy pequeño deducido a sus sueldos, cancelaran las deudas políticas.
Un sector poderoso de la opinión pública se pronunciaba porque fueran los ricos los que atendieran el pago de esas deudas.
En cierta oportunidad se presentó a la Casa Presidencial el periodista nicaragüense don Ramón Caldera que trabajaba en “La Tribuna” a reportar al señor Presidente de la República.
Don Ricardo, que hasta el momento había guardado un prudente silencio, hombre de respuestas lacónicas y definitivas, no se hizo esperar y se anticipó a decirle a su amigo Caldera:
—“Si aceptamos que sean los ricos los que paguen las deudas políticas, en el futuro serían ellos los que elegirían Presidente de la República y Diputados al Congreso Constitucional, porque el que paga la música, manda en el baile” …
Tomado del Anecdotario Nacional de Carlos Fernández Mora. Dibujos de Noé Solano. Usado con autorización.