Un día de tantos le llevaron a su presencia a un hampón peligroso a quien los agentes secretos habían sorprendido abriendo una caja fuerte de caudales.
Cuando el detective estuvo frente al señor Pinaud, le dice:
—“Aquí le traigo, mi Coronel, a esta buena pieza». El Director General de Detectives se quedó viendo al sujeto, de pies a cabeza, y con energía en la voz, le dijo:
—“Pero hombre de Dios; no te da vergüenza desempeñar semejante oficio?”.
Y el hampón, sin importarle «un pito” las palabras del señor Pinaud, y con una gran frescura, le responde:
—“Mire Coronel: si yo fuera «un angelito”, estaría usted sin güeso” .
Tomado del Anecdotario Nacional de Carlos Fernández Mora. Dibujos de Noé Solano. Usado con autorización.