La pluma de Obregón, fuerte y mordaz, vibraba de contento cuando se deslizaba por las cuartillas que iban a parar después a manos de los cajistas de La Verdad.
Acosado y perseguido por el gobierno, el periodista Obregón decidió marchar a Nicaragua, a enrolarse en las filas de la revolución. Un día apareció en el “Boletín Judicial” un edicto emplazatorio contra el Cholo. Un amigo suyo se lo remitió a Nicaragua, y desde allá, el Cholo Obregón le dirigió al General Tinoco un telegrama concebido en estos o parecidos términos:
“General: no podré estar en el novenario, pero estaré con mucho gusto en el cabo de año”.
Tomado del Anecdotario Nacional de Carlos Fernández Mora. Dibujos de Noé Solano. Usado con autorización.