Anecdotario Nacional

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SIN ESPERAR nunca un estímulo para su labor, que resultó fecunda en bienes para la república, el recordado hombre público don Zenón Castro Rodríguez, por medio de hojas volanderas que él mismo repartía a sus amigos, atacaba a los gobiernos que él calificaba malos, ridiculizándolos con su estilo por cierto muy original.

Una vez, la suerte tocó las puertas de su casa. El premio mayor de la lotería nacional fue a saludarlo y a acariciarle sus hermosas barbas que las acostumbraba llevar partidas sobre sus hombros. Este personaje que movió por muchos años las palancas de la política nacional, fue motivo de sinceras manifestaciones de simpatía por parte de sus amistades. ¡Don Zenón dejaba de ser pobre!

Tan pronto corrió la noticia, las gentes se alegraban y abrazaban a don Zenón.

Un día se encontró en la calle con un amigo que le dijo:

—“Lo felicito don Zenón por la suerte que ha tenido”.

Y el señor Castro Rodríguez, con una sonrisita maliciosa, le contesta:

—“Felicite a mis acreedores, que ellos si estarán contentos” …

Tomado del Anecdotario Nacional de Carlos Fernández Mora. Dibujos de Noé Solano. Usado con autorización.

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