Cuando estuvo al frente de la Administración de la Aduana de Puerto Limón, uno de sus íntimos amigos, que por aquélla época desempeñaba un puesto en la misma Aduana, refiriéndose a la honradez acrisolada del señor Mora Fernández, y a la pulcritud con que manejaba los asuntos de su importante y delicado cargo, dijo:
—“Don Ricardo Mora Fernández es persona de una pureza y honradez acrisoladas; cuida maravillosamente los tesoros del Estado, pero el señor Mora Fernández se olvida de que los carros del ferrocarril tienen dos puertas: por una de ellas puede perfectamente escaparse alguno que otro bulto” …
Tomado del Anecdotario Nacional de Carlos Fernández Mora. Dibujos de Noé Solano. Usado con autorización.