Anecdotario Nacional

Anecdotario Nacional

AL REGRESAR a Costa Rica, procedente de Roma, Italia, un joven Presbítero de apellido Ramírez, fue enviado por el entonces Obispo de Costa Rica, Monseñor Juan Gaspar Stork a ejercer un curato en un lugar apartado de la capital en donde las gentes se divertían alegremente.

Después de una permanencia de varios meses, el joven sacerdote regresa a San José, visita el Palacio Arzobispal y le dice a Monseñor Stork:

—“Monseñor: le ruego trasladarme a otro curato”.

El señor Obispo, muy extrañado, e intrigado por las palabras del curita, le responde:

—“¿Y por qué, padre?”

Entonces, el joven sacerdote, con sonrisa maliciosa, exclama:

—“Porque en el pueblo que sirvo a la Santa iglesia, no hay almas que salvar: todas están perdidas, Monseñor”…

Tomado del Anecdotario Nacional de Carlos Fernández Mora. Dibujos de Noé Solano. Usado con autorización.

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