Pocos días después visitó al distinguido sacerdote el Licenciado Gómez, quien al verlo sin la elegante barba, le dijo, muy asombrado:
—»¿Y qué pasó con sus barbas, Monseñor?”
Y el hombre que por muchos años fue Cura Párroco de la Iglesia de Alajuelita y más tarde Tesorero de la Curia Metropolitana, le responde al instante:
—“Pues me decidí a afeitármelas porque con tanta barba ¡parecía un viejo!”…
Tomado del Anecdotario Nacional de Carlos Fernández Mora. Dibujos de Noé Solano. Usado con autorización.
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