En la Casa Presidencial, una mañana del mes de diciembre, el Licenciado Jiménez Oreamuno, en su segunda Administración, empezó a tocar todos los timbres de su despacho llamando a sus empleados, y cosa rara, ninguno se acercaba a su despacho.
El Coronel Lizano, que se encontraba ese día en su puesto, notando que algo raro sucedía en el despacho del señor Presidente, se acercó y tocó la puerta. El Presidente Jiménez al abrirla, le preguntó a su fiel militar y amigo de confianza que si se le ofrecía algo. Entonces, el Coronel Lizano le respondió, que alarmado de oír tantos timbrazos, presentía que algo le pasaba al señor Presidente.
El gran Patricio cartaginés, con la serenidad y respetabilidad que lo caracterizaban, le dijo a su militar:
-«Como no hay ningún empleado en las oficinas de la Casa Presidencial que me sirva, haga el favor de llamar a Chepa la cocinera para que venga a tomar al dictado algunas cartas urgentes» …
Tomado del Anecdotario Nacional de Carlos Fernández Mora.
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