Anecdotario Nacional

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DON LEONIDAS PACHECO CABEZAS fue hombre de réplicas no solamente rápidas sino también afortunadas. Tuvo un portero llamado Florindo, hombre bastante primaveral y no poco armonioso. Pese al buen sueldo que ganaba no andaba muy elegante que digamos.

Un buen día le solicitó permiso a don Leónidas para visitar Escazú de donde era oriundo y donde tenía un tío carnal, ricachón y viejo, que se estaba muriendo. Pocos días después recibe don Leónidas un telegrama de su portero que decía: «Busque a otro porque yo me quedo aquí.

Al Licenciado Pacheco le dolió un poco aquella notificación pero no le quedó más remedio que conformarse.

Habrían transcurrido dos semanas, cuando sorpresivamente irrumpe al Bufete de don Leónidas el bueno de Florindo, trayendo de Escazú frutas, guineos de jardín maduros, manifestándole además que estaba cuidándole un lechoncito para la cena del 24 de diciembre. Florindo venía elegantemente vestido.

Don Leónidas veía asombrado aquella transformación de su ex portero, y su asombro llegó al colmo cuando Florindo le preguntó que en cuál Banco podría depositar ₡ 15,000.00 que traía guardados en las alforjas. En aquel momento, don Leónidas se acordó del tío de Florindo que era uno de los que tenía casa con «boñigas en el patio», y le hizo la siguiente pregunta:

—»Decime Florindo, ¿qué fue de tu tío?»

¡Ah!, mi pobre tío pasó a mejor vida, señor!!»

Y mirando don Leónidas Pacheco fijamente a su ex portero, le agregó sonriendo:

—»Y como que vos también, Florindo!!!»…

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