Nos contó uno de sus nietos, que una vez se le acercó a su oficina un peón a solicitarle en calidad de préstamo, la suma de cien colones para sufragar los gastos del entierro de su señor padre que estaba agonizando.
Pasaron los días, y una mañana se presenta el peón a la oficina a devolver los cien colones. Sorprendido don Florentino al ver a su peón tan cumplidor de sus deberes, y al preguntarle por la salud de su señor padre, éste, ingenuamente, le responde:
—»Pues vea don Flor: mi tata no coopera para «palmarse». Todavía está boquiando»…