Las cartas de esa estimable señorita las recibía el Licenciado don Ricardo Jiménez Oreamuno, pues como todos los costarricenses lo saben, este gran político fue inmensamente popular en Costa Rica y muy querido de sus compatriotas.
Una vez, recibe una de esas misivas en que venía una violeta disecada y empezaba con una frase demasiado amorosa y romántica: «Mi querido Ricardito»… El Licenciado Jiménez Oreamuno se la devolvió al doctor Jiménez Núñez con una notita que decía:
—»Doctor Jiménez: o cambia de conducta o cambia de nombre»…