HACE cuarenta y ocho años, un 17 de julio de 1910, el Licenciado don Cleto González Víquez, dos veces Presidente de Costa Rica, Benemérito de la Patria, notable historiador y jurisconsulto de alto coturno, con un gesto que honra a su memoria, desechó para él el honroso título de Benemérito de la Patria, y para sus hijos, la educación por cuenta del Estado, que un Congreso Constitucional compuesto en su gran mayoría de diputados que fueron sus enemigos en la campaña política de 1906 y más tarde de su Gobierno, le ofrecía este honor.
En una hermosa carta, que ya la registra en una luminosa página la Historia de Costa Rica, don Cleto le dice al diputado proponente el caballero don Rafael Rodríguez, entre otras cosas, lo siguiente:
—»El declararme Benemérito de la Patria no borrará los errores que cometí, ni me daría merecimientos, si por acaso yo hubiese tenido alguno. Bien está San Pedro en Roma. Prefiero por lo mismo que se me deje tranquilo en mi retiro y oscuridad.
¿Que el Estado eduque a mis hijos?, eso sí me lastimaría. Es el padre quien debe hacerlo.
Carezco de fortuna, y tendré necesidad para cancelar mis deudas de sacrificar los bienes de mi mujer; pero todavía puedo trabajar; y si por caso no me basto yo mismo para mantener y educar a mi familia, no veo que tenga la culpa otro sino yo».
(Esta anécdota está diciendo a los costarricenses cuan grande era el corazón y el alma de este ilustre varón).
Tomado del Anecdotario Nacional de Carlos Fernández Mora. Ilustraciones de Noé Solano V., Álvaro García López (Garlo) y Juan Manuel Sánchez. Usado con permiso. Todos los derechos reservados.