Al regresar de un viaje por el exterior un joven estudiante de segunda enseñanza, que según cuentan fue tomado como instrumento para comprar armas y municiones por gentes adineradas que trataban de derrocar el Gobierno de Carrillo, fue llevado a presencia de don Braulio por uno de los comandantes del cuartel.
En presencia del señor Carrillo, el joven estudiante empezó a balbucear y a ponerse pálido del susto.
El Presidente de la República, con voz grave, pero a la vez demostrando la poca importancia que le daba al movimiento revolucionario, le dice:
—»Dígame, jovencito: ¿USTED CONSULTO CON SU MAMACITA ANTES DE METERSE EN ESTE LIO?»…