UN IMPOSIBLE
CUANDO en la Administración de don Pepe Figueres se dispuso ADELANTAR los relojes, o más bien adaptar la hora, TODO MUNDO cumpliendo con lo dispuesto se dedicó a madrugar, y venían las quejas: Que yo nunca desayuno tan temprano, comentaba cierto empleado público. Y yo a la hora de almuerzo no tengo hambre, porque en realidad es demasiado temprano, decía otro. Por todas las calles, apenas aclarando, iban y venían las gentes temblando de frío para llegar temprano a sus oficinas. El redactor de un periódico le preguntó a don Adán qué le parecía la medida, a lo que comentó el Lic. Acosta:Pues hay algo que la disposición no podrá variar nunca.
-¿Y eso qué, don Adán?
-PUES NUNCA PODRAN LOGRAR QUE LOS GALLOS CANTEN MAS TEMPRANO A LAS CINCO DE LA MAÑANA.
Tomado del Anecdotario del Lic. Adán Acosta V.
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