HALLAZGO
ERAN aquellos añorados tiempos en que San José no sufría bajo los actuales servicios de autobuses, desvencijados y envenenadores con su humo y muflas colocadas contra todas las de ley.En aquel entonces, el transporte remunerado de personas se efectuaba por el medio limpio y rápido de los tranvías, en una de cuyas líneas sé viajaba desde el fin de La Sabana hasta San Pedro de Montes de Oca, y por diez céntimos. Una tarde de lluvia, don Adán abordó uno de aquellos carruajes, en la esquina de La Magnolia. El vehículo iba repleto. Al entrar don Adán se agachó, hizo como que recogía algo del suelo, y mostrando el puño cerrado, preguntó en voz alta:
¿A quién se le caería un rollo de billetes?.
Varios de los que estaban cómodamente sentados respondieron:
A mí, a mí… y se levantaron.
Entonces don Adán, acomodándose tranquilamente en uno de los sitios que quedaron desocupados, dijo socarrón extendiendo la mano derecha:
Es que aquí me encontré el HULITO.
Tomado del Anecdotario del Lic. Adán Acosta V.