CONFUSION
EN aquellos ignominiosos días de las prisiones honrosas, como dijo el Dr. Zelaya en 1917, relataba don Adán: Estábamos juntos en una celda inmunda el laureado poeta creador de «El Limpiabotas», Lic. don José Albertazzi Avendaño y yo, acérrimo adversario del régimen imperante. Nuestras acongojadas esposas nos proveían desde lejos de nuestra alimentación diaria en sendas portaviandas, en las que no faltaba el popular huevo duro y la frugal tortilla, además de otros manjares de «prisioneros pobres». Un día de humor y resignación se me ocurrió dejar media cáscara de huevo sin quebrarla, que calzaba exactamente en el hueco que tienen todos los calabozos y permite la vigilancia de los reos. La coloqué de tal modo que la parte cóncava diera hacia afuera. El guardia, con una «pata de palo» y medio tuerto, al hacer la inspección de reglamento observó por el consabido hueco el interior de la cáscara de huevo, dando la voz de alarma y dirigiéndose a la Comandancia con el parte de que en la «celda de Acosta y Albertazzi no había nadie». Acudieron el Comandante y los oficiales presurosos y no se les ocurrió momentáneamente abrir la puerta, sino que miraban por el hueco y nada veían, hasta que Pilelo Mora, que dicho sea de paso trataba muy gentilmente a los reos políticos, metió el dedo en el mirador y observó a Acosta y Albertazzi desternillados de risa y no le quedó más remedio que celebrar con ellos la ocurrencia.Tomado del Anecdotario del Lic. Adán Acosta V.
COMENTAR EN FACEBOOK