Como don Víctor era persona bien educada, de cultura multiforme, las primeras veces toleró cortésmente al importuno; pero todo tiene su límite y llegó un día en que el brillante abogado ya no pudo soportarlo más.
Cuando el tipo le preguntó al Licenciado Guardia Quirós por la hora, éste le respondió:
—»¡Hace rato que ha sonado la hora de que me deje usted en paz!»…
Tomado del Anecdotario Nacional de Carlos Fernández Mora. Usado con autorización.
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