El gran lírida nicaragüense tomó asiento permaneciendo muy serio y sin hablar. Este silencio y seriedad de Darío intrigó sobremanera a «Magón». De repente, se levanta de su asiento, toca un timbre y se presenta un camarero a quien le ordena traer una botella de whisky y tres vasos. Vuelve a guardar silencio y, al traerle el licor, vacía la botella en los tres vasos y tomando el suyo, brinda por Costa Rica y su tierra Nicaragua. Instantes después comienza a conversar animadamente. «Magón» se sorprende de esta actitud y le dice al poeta:
—»Rubén: estuviste todo el tiempo callado y serio y ahora al tomar el whisky se te suelta la lengua y estás hablando peor que una cotorra».
El gran poeta Darío, sonriente, con aquel carácter dulce que tenía siempre, le responde al instante a su gran amigo «Magón»:
—»Tú sabes que a las turbinas si les falta el agua no funcionan. Igual cosa nos pasa a nosotros los poetas. Con el whisky ya me siento caminando» …
Tomado del Anecdotario Nacional de Carlos Fernández Mora. Usado con autorización.