Iban caminando sin rumbo ni dirección, cuando de pronto, a lo lejos, oyeron los ladridos de un enorme perro policía alemán.
El Cholo Obregón, más cauteloso que Domitilo Abarca, le dice:
—»Mejor será que tomemos otro camino Andrés.
Seguramente es un perro de esos bravos».
Andrés Meza, más sereno y menos nervioso que su amigo Obregón, le responde:
—»No hombre, no. Ya sabes Cholo que «perro que ladra no muerde’.
Entonces Miguel Angel, aquel gran humorista que era todo chispa, le contesta a Domitilo:
—»Bueno, eso lo sabemos nosotros, ¿pero, lo sabrá el perro?»
Tomado del Anecdotario Nacional de Carlos Fernández Mora. Usado con autorización.