En la intimidad, cuando don Ricardo le dictaba la correspondencia, después de haber trabajado hasta muy tarde de la noche, la señorita Dittel, dándose cuenta del excesivo trabajo que realizaba el señor ex Presidente Jiménez Oreamuno, le dijo:
—»Don Ricardo, yo creo que sería bueno para su salud que usted descansara más».
Y aquel hombre, que sinceramente amó a su Patria y a su pueblo, le responde:
—»Helia: para eso me pagan; para que trabaje» …
Tomado del Anecdotario Nacional de Carlos Fernández Mora. Usado con autorización.