Encontrándose en París, saluda a su compañero de revolución don Rodolfo Imeri, de nacionalidad nicaragüense, y lo invita a comer en un lujoso restaurant de la Ciudad Luz.
Esa noche, los dos amigos comieron con champaña.
El Cholo Obregón, buen catador de licores, con la copa en la mano, después de haberlo probado, le dice al mesero:
—»¡Qué malo es este champaña, viejo!»
El mesero, con aplomo, le contesta:
—»Señor: es de la viuda de Clicot».
Nuestro gran humorista, irónicamente vuelve a replicarle:
—»No lo creo, mi amigo».
Y el mesero, amoscado, al fin francés, y sintiéndose seguramente más humorista que el amigo Obregón, le replica:
—»A no ser que la viuda se haya vuelto a casar» …
Tomado del Anecdotario Nacional de Carlos Fernández Mora. Usado con autorización.