Anecdotario costarricense

Anecdotario

DON RICARDO JIMÉNEZ OREAMUNO tenía un amigo a quien mucho estimaba y a la vez fue un magnífico colaborador suyo.

Un diplomático que al morir se le hizo un gran entierro. El Licenciado Jiménez Oreamuno no quiso hacerse notar en ese acto póstumo, y según cuenta el periodista Joaquín García Soto, redactor que fue de la Casa Presidencial, se situó con un amigo a la puerta del antiguo establecimiento «La Esmeralda» para presenciar el desfile fúnebre. A espaldas de don Ricardo, alguien se carcajeaba a mandíbula batiente, alterando la solemnidad del momento. El Licenciado Jiménez Oreamuno se enfadó e increpó al inoportuno desconocido:

«Sea respetuoso señor. No ve que llevan en la cureña a un cadáver y que el Duelo de la Patria …

Y el sujeto cortó bruscamente la reprimenda de don Ricardo diciendo:

—»Mire, don Ricardo. Esos «guitres» no saben ni siquiera marchar».

Y el gran político tan discutido, le responde:

—»Bendita risa la suya. Siga riéndose, porque con su risa me parece que usted dice lo que estoy pensando:

«Que Dios quiera que nunca aprendan a marchar, para dicha de Costa Rica».

Tomado del Anecdotario Nacional de Carlos Fernández Mora. Usado con autorización.

Revise también

Molino de algodón

Imágenes más influyentes de la historia

NIÑA TRABAJADORA EN UN MOLINO DE ALGODÓN DE CAROLINA │ Lewis Hine, 1908 TRABAJANDO COMO …

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *