EN EL CINCUENTENARIO DE LA FUNDACION DEL BANCO NACIONAL
CON ocasión del cincuentenario de la fundación del Banco Nacional de Costa Rica, estimamos oportuno reproducir una anécdota de nuestro distinguido colaborador, licenciado Adán Acosta Valverde, quien tuvo una activa y connotada participación en el gobierno del licenciado don Alfredo González Flores del que, sin ponderación, se puede decir que fue Ministro sin Cartera. Y, además, de los destaados ciudadanos que como diputados integraron el Congreo Constitucional, que por gran mayoría aprobó la iniciativa el Presidente González Flores para crear el Banco Internacional de Costa Rica, es el licenciado Acosta Valverde único sobreviviente que se mantiene firme con su vivaz inteligencia y singular buen humor, lo que deseamos sea por muchos años más.Dice la anécdota:
Don Adán prefiere hoy referirse a la creación del Banco Nacional de Costa Rica, obra cumbre de su íntimo amigo e Presidente licenciado don Alfredo González Flores. Y comenzó diciéndonos:
-Es que yo puse mi granito de arena en aquella hazaña, aunque no fuera más que para llevar recados al Banco de Costa Rica, colaborar en la redacción del decreto creador, trasladar el proyecto a la Imprenta Nacional y gestionar, como Secretario del Congreso Constitucional, ante mis compañeros del Legislativo, simpatizadores todos de la labor de gobernante.
Sufríamos entonces, como todas las naciones del mundo, los primeros quebrantos causados por la guerra de 1914, en nuestro régimen fiscal; la Administración González Flores afrontaba graves restricciones y nuestro Presidente, técnico hacendista, esforzado y valiente, se iniciaba en las leyes de emergencia con que pretendía prever los males que sobrevenían. El Congreso, con fe en el gobernante, presionado por la alarma ante la merma de las entradas del Tesoro y sobre todo la aduanera que ya era nula, pues no volvieron barcos a nuestros puertos, le otorgó al Gobierno facultades extraordinarias, dictadura económica que don Alfredo usó prudencialmente y cuyos decretos ratificó a la postre el Congreso, revalidándolos. Muchas fueron las medidas decretadas por el Presidente y refrendadas por sus Secretarios de Estado. Y aquí vienen mis actividades: don Alfredo me mandó al Banco de Costa Rica, a decirle a su Gerente, don Alberto Ortuño (de grata memoria), que necesitaba UN MILLON DE COLONES para cubrir necesidades urgentes de la Institución. Don Alberto convocó a la junta directiva de la institución, y cuando volví a saber el resultado me dijo:
«Lo siento mucho, pero la directiva negó el préstamo». Comuniqué a don Alfredo la negativa, y de nuevo me pidió decirle a don Alberto que si no le prestaban el millón de colones, él crearía un Banco en seguida. Fui a ver nuevamente al señor Ortuño, y me expresó cosa parecida: «La directiva acordó decirle al Presidente González que haga su Banco…»
El decreto fundando el Banco Internacional de Costa Rica, fue redactado de inmediato, y luego de firmado me tocó a mí el placer de llevarlo a la imprenta para su promulgación.
La nueva institución bancaria se creó con cuatro Bonos del Tesoro, que emitiría el Banco, más 332.800 libras esterlinas en Bonos del Empréstito Inglés, sobrantes de un arreglo. Una junta directiva de siete miembros, independientes e inamovibles, manejaría la entidad.
Los adversarios de don Alfredo hicieron burlas duras y hasta groseras. Algunos dijeron que la creación del Banco era como HACER CHOCOLATE SIN CACAO … Pero, qué chocolate nos resultó. No ha habido otro con tanto CACAO, espeso y bien batido…
Tomado del Anecdotario del Lic. Adán Acosta V.