Cambio Político Opinión, análisis y noticias
En su segunda administración, don Ricardo ofreció a don Teodoro el delicado cargo de Secretario de Educación Pública, cuando apenas se había recibido de Licenciado en Leyes. Debido a su gran talento, llegó a figurar entre los mejores historiadores. Desempeñó el cargo de Catedrático en la Escuela de Derecho. En la Cámara de Diputados descolló por su brillante oratoria y como diplomático fue notable.
Llegó a la Presidencia de la República, pero por circunstancias muy especiales conocidas de todos los costarricenses, no realizó, como hubiera querido hacerlo, un gobierno que pudo haberlo inmortalizado al igual que don Ricardo y don Cleto.
La anécdota que vamos a contar lo retrata como hombre humanitario y gobernante responsable y comprensivo. Corría el año de 1947 y parte del 48. Costa Rica se encontraba en plena revolución y don Teodoro Picado, Presidente de la República, confrontaba una situación muy delicada.
Un grupo de los que se llamaban «sus mejores amigos», se le acercó a su despacho presidencial para pedirle que terminara de, una vez con los revolucionarios, bombardeándolos en sus propios reductos.
El Presidente Picado, que no ignoraba que con el General Figueres se encontraba lo más valioso de nuestra juventud estudiosa, y recordando sus tiempos en que actuara como Catedrático y Director de colegios de segunda enseñanza, con aquella serenidad que lo caracterizó siempre, le respondió:
«Ustedes son los culpables de lo que está sucediendo en Costa Rica. Se olvidaron que habían designado a un Presidente ABOGADO y no a un SARGENTÓN de esos que abundan por América».
Tomado del Anecdotario Nacional de Carlos Fernández Mora. Usado con autorización.
